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martes, 30 de enero de 2007

SUEÑOS DIABÓLICOS (Mi guión recién terminado)

SUEÑOS DIABÓLICOS

Acto I: Vendiendo libertad

(El escenario es una vieja habitación de madera gastada, sin ventanas, con una gran pared marrón de fondo y dos paredes laterales. En la pared principal hay un amplio ventanal a través del cual se ve una noche oscura con pocas estrellas brillando. En la habitación hay una mesa de madera y una silla. No hay cama. Hay dos pósters adornando las paredes: La portada del álbum “In the court of Crimson King”, del grupo de rock progresivo King Crimson y una reproducción del cuadro expresionista “El grito”, de Edward Munch. Una estantería casi vacía en la parte izquierda, con algunos libros. Tras la habitación, hay un gran telar negro con estrellas, representando la noche. Sobre él, en grandes letras rojas mayúsculas está escrito: CONFUSSION WILL BE MY EPITAPH. Dos figuras vestidas con largas túnicas negras y grotescas máscaras entran en escena. Sus nombres son Clorofila y Alquimia. La máscara de Clorofila es verde, ovalada y sin muchos adornos. Sus ojos son dos fosas negras con las cejas alzadas hacia arriba, nariz grande pero roma y boca negra, con las comisuras hacia arriba. La máscara que lleva Alquimia es roja oscura, con protuberancias arriba y abajo, y algunos cuernos salientes. Sus cejas están caídas sobre sus oscuras fosas visuales. Su boca esta abierta con las comisuras torcidas feamente hacia abajo. Es particularmente inquietante a la vista. Ambas figuras llevan guantes negros en las manos. Se colocan en el centro del escenario, tapando la mesa de detrás. Clorofila da un paso al frente, mientras que Alquimia se mantiene algo más atrás.).

CLOROFILA: Bienvenidos al mundo de las pesadillas, en donde no sabréis distinguir el bien del mal ni lo real de las ilusiones. Nosotros somos quienes maquinamos todo lo que hay detrás de vuestra almohada, por las noches, y somos la sombra que se alza entre la oscuridad de vuestros mayores miedos.

ALQUIMIA (Con voz lenta y tenebrosa): Vendemos libertad.

CLOROFILA: Estamos dentro de la mente de una persona. Todo este lugar son los recovecos mentales de alguien a quien llamaremos Juan Montresor Drake, aunque ese no es su nombre real. Es un hombre joven, adolescente adulto, y está peligrosamente loco de atar. Un maníaco irreflexivamente ciego, mudo y sordo, pero que puede ver, gritar y escuchar. Lo que mejor sabe hacer es torturar, violar y asesinar. Es alguien a quien todos teméis, un psicópata que anda suelto.

ALQUIMIA: Cabeza peluda de mendigo que las pesadillas humanas absorbía.

CLOROFILA: Y vosotros, sencillos mortales que os refugiáis en la comodidad de vuestras butacas, sois la sociedad que lo ha vuelto así. Esta noche os ofrecemos un viaje a lo más profundo de la mente infestada de locura de Drake, un lugar inhóspito en el que la locura invasora aún no ha conseguido penetrar.

(Se hace a un lado).

ALQUIMIA: El prisionero dentro del cerebro del loco. Familanys[1].

(También se hace a un lado, por lo que la habitación de detrás vuelve a estar visible. Ahora, Familanys está sentado con aspecto desesperado, agarrándose la cabeza con las manos e hincando los codos en la mesa. Es un chico de unos diecinueve años, pelo largo y negro, con camiseta y pantalón del mismo color, pero con un aspecto viejo y desgastado. Él mismo tiene apariencia cansada y desesperanzadora, como la de un preso. Tiene ojeras. Alquimia desaparece por el lateral del escenario, entre las sombras. Apenas se le ve hacerlo. Se ilumina ligeramente la habitación, y Familanys alza la cara. Reposa los brazos sobre la mesa).

FAMILANYS: ¿Se ha ido ya el otro?

CLOROFILA: Sí, ya sabes que sí. Por eso se ha encendido la luz. ¿Y tú, qué?

FAMILANYS: Que te den. Nunca renunciaré.

CLOROFILA: Me lo esperaba, peor para ti. He traído a unos amigos para que te conozcan.

(Se gira de cara al público). Gentes temerosas y expectantes, os presento a Familanys. Saluda, amigo.

FAMILANYS: No soy tu amigo, y además no puedo verlos. Ya deberías saberlo.

CLOROFILA: Lo sé, bastardo. Pero ellos a ti sí pueden verte, se regodean de tu soledad. Ahora mismo te observan callados, labios fruncidos, pensativos, como quien observa a una fiera moribunda tras las rejas, en el zoológico, deambulando errante. Gentes cobardes y dementes, éste hombre es sólo la sombra de lo que representa el eco del sonido que hace una mariposa al batir sus alas. Su existencia es insignificante. Lleva años ahí recluido, dentro de la mente de Drake, y la locura lleva esos mismos años tratando de invadir su territorio. Pero Familanys no se deja conquistar, es irreductible, como aquella aldea gala[2] hace siglos. Tan sólo mirad su patética presencia, cada vez quedan menos cosas de lo que era cuando empezó su cruzada. Esto, amigos, es un hombre moribundo. Ni siquiera es un hombre, es un hombre preso en la mente de otro hombre. Es alguien a quien le queda muy poco para ser devorado. Una muerte atroz, sin duda. Pues la locura que se apoderó de Drake es un animal peligroso, hambriento, mata gente y bebe su sangre por placer. Y hará lo mismo con nuestro amigo. Os invito, gentes incultas y observantes, a verle resistir hasta sus últimas consecuencias. Colémonos dentro de sus sueños y miremos…

(Se oscurece la luz y se cierra el telón).

Acto II: Monólogo con Freud y el diablo

(Familanys en la habitación. La luz es tenue pero se ve bien. Está dando vueltas. ).

FAMILANYS: Maldita sea…

(De pronto se para y mira hacia el público)

FAMLANYS: No puedo veros, pero siento que estáis ahí. Tengo que advertiros de algo. En estos momentos, Drake está merodeando por ahí, con un cuchillo y con sed de sangre. Lo sé porque…

(Un gran estruendo sacude la habitación, como si un invisible gigante golpease la pared izquierda. La estantería se sacude y varios libros caen al suelo).

FAMILANYS: …Por eso lo sé. Lo que golpea la pared cada noche es el subconsciente de Drake, su locura, tratando de absorberme.

(La música instrumental comienza a sonar, consiste en una triste melodía sin muchos cambios de ritmo en la que los violines llevan el peso de la composición. De vez en cuando se escucha un suave coro, en armonía con la música)

FAMILANYS: Llevo años aquí, en este cuarto, aguantando como puedo. Ya no recuerdo lo que había antes de esto. Las únicas visitas que recibo son las del tío de la máscara verde, Clorofila. No lo soporto, pero en realidad siento alivio cuando le veo. Se diría que es como la parte consciente de Drake. Razona por sí mismo, y es más o menos sensato. No tengo muy claro lo que quiere. Que la locura de Drake me devore, sí, pero, ¿para qué? El también morirá si eso pasa. El que no morirá será el otro, el de la máscara roja. Ése es el peor. Alquimia, se llama. Le tengo muchísimo miedo. Para entender lo que realmente es ese hombre, habría que tener nociones avanzadas de psicología.

(Otro estruendo, más fuerte que el anterior, vuelve a sonar, y la estantería se desmorona. Familanys lo mira resignado y vuelve a dirigirse al público).

FAMILANYS: Supongo que esto está acabando. Bueno, decía que Alquimia equivale al Tánatos. El Tánatos es un sentimiento ubicado en el subconsciente de todos los seres vivos en el que entran en conflicto las ganas de vivir con el deseo de morir. Hace mucho tiempo, Freud proclamó que este Tánatos era precisamente la razón de la aparición de las pesadillas. Pues bien, si Drake es un hombre casi consumido por la locura, yo soy la parte cuerda, Clorofila es el subconsciente y Alquimia es el Tánatos de Clorofila. Yo sólo puedo ver a Alquimia en mis sueños, las escasas ocasiones en las que duermo. Porque si me duermo, se acabó. Cuando no estoy consciente, mis defensas están desactivadas y la locura puede devorarme sin ningún impedimento. Por eso, en los últimos años, he dormido muy pocas veces, y todas esas veces me he despertado sudando y gritando. Porque ni siquiera son mis sueños los que vivo…son los sueños, las pesadillas de Drake los que vivo en mi piel, y son tan terribles como podéis imaginar, las pesadillas de un loco. En ellas, he sido Drake, matando y siendo asesinado, he sido Drake el conspirador, el perseguidor, el perseguido, he corrido, he huido, he visto como Drake asesinaba a sus mejores amigos, a los que le caían mal, a todo. Y yo lo revivía…Por eso tengo miedo de dormirme.

(La música cesa de repente. Suena otro golpe, mucho más fuerte que los anteriores. La pared izquierda se desploma. La pared central tiembla y queda levemente torcida. El cristal del ventanal se raja por la mitad. Se escucha el sonido de un trueno y acto seguido ruido de llover. En la ventana comienzan a verse cada vez más gotas de lluvia).

FAMILANYS (Mirando la habitación, va lentamente flexionando las piernas hasta sentarse torpemente en el suelo): Ahora sí que se acabó. No queda nada para que todo esto se venga abajo. (Se vuelve hacia el público, muy lentamente y con aspecto resignado). Vosotros deberíais escapar cuanto antes. Corred a vuestras casas antes de que…

(Un sonido sobrecogedor y fortísimo, el que suena al golpear con fuerza las teclas de un piano, se escucha. Su efecto es inquietante y Familanys se incorpora asustado).

FAMILANYS: Maldita sea…tenía que llegar precisamente ahora…¡¡¡Maldita sea!!!

(Alquimia surge de entre las sombras. Un foco a pie de escenario lo ilumina desde abajo, dándole una apariencia de ente ultraterrenal. Lleva una soga en las enguantadas manos .Se dirige rápidamente hacia Familanys. Su máscara brilla, roja, fulgurantemente).

ALQUIMIA: ¡¡¡FLOTANDO A LA SOMBRA DE LAS CENIZAS DE UN MUNDO QUE NO TE PERTENECE!!!

(Su voz, además de fuerte e intimidante, resuena en todo el teatro. Parece la voz de un Dios. Con un rápido movimiento, lanza su soga y ata el cuello de Familanys, al que lanza con gran violencia contra la mesa. Ésta se parte por la mitad y se desmorona, con Familanys encima. Alquimia sigue golpeándole).

FAMILANYS: ¡Cabrón! No…¡Déjame!

ALQUIMIA: ¡¡¡ROJOS DESTELLOS DE SANGRE SE TIÑEN EN EL BLANCO CREPUSCULAR DE LA NOCHE!!! ¡¡¡CUENTAN QUE UNA VEZ LIBERARON DEL INSOMNIO A UN CIEGO A TIRONES DE CADALSO[3]!!!

(Alza la soga, levantando a Familanys, que patalea y forcejea intentando liberarse).

FAMILANYS (Jadeando y con dificultades para respirar): Maldita…¡Escoria bermellón! ¡Te refugias en la mente de todos nosotros para acojonarnos! ¡Y sólo sales cuando estamos dormidos! ¡¡Eres un cobarde!!

(La habitación estalla en llamas alrededor de Alquimia y Familanys).

ALQUIMIA: ¡¡¡DIOS NO ESTÁ EN SU SAGRADO TEMPLO!!! ¡¡¡NO HAY NINGÚN DIOS GOBERNANDO DESDE EL CIELO!!! ¡¡¡TÚ NO PUEDES MORIR!!! ¡¡¡ASÍ PUES, SUEÑA!!! ¡¡¡SUEÑA HASTA QUE EL MUNDO SE DERRUMBE SOBRE SUS PROPIOS CIMIENTOS!!!

¡¡¡SERÁ LA ÚLTIMA VEZ QUE LO HAGAS!!! ¡¡¡NOS VEREMOS ALLÍ!!

(Lanza violentamente a Familanys contra la pared en llamas. Ésta queda inconsciente en el suelo, mientras la misma música melancólica de violines de antes vuelve a sonar. Mientras, vemos las paredes caer a escombros, formando un círculo de fuego alrededor de Familanys, pero sin quemarle. Alquimia también se introduce en el círculo. Se cierra el telón).

Acto III: Desde lo más profundo de la batalla

(El escenario es un bosque, con un gran telar al fondo. Es un gran mapa del universo, en el que se ven los nueve planetas y millones de estrellas. En grandes letras blancas está escrito: DRAKE’S DREAMLAND[4], pero de forma que ninguna letra entorpezca la visión de ningún planeta. Árboles. Arbustos y rocas ocupan el lugar. Familanys/Drake y otro chico de unos 18/19 años están vestidos de militares y sostienen escopetas. Se escucha ruido de disparos a lo lejos, metralletas, y algún que otro grito de vez en cuando. Se quiere dar a entender que están en medio de una guerrilla. El otro chico se llama Quim).

QUIM: De entre todos los soldados que somos, me tenía que tocar de pareja contigo. ¡Puta suerte, maldita sea!

FAMILANYS/DRAKE: ¿Porqué coño estáis todos en mi contra? ¿Qué os pasa conmigo?

QUIM: ¿Que qué nos pasa contigo? (Repentinamente, se enfurece y empuja a F/D por el pecho) ¡Nos pasa que eres un jodido loco! ¡Es por tu puta culpa que estemos así, en medio de esta guerra! ¡Por tu puta culpa que nuestro pueblo se haya convertido en un campo de batalla!

¡Por tu puta culpa está muriendo tanta gente! ¡Por tu puta culpa nos estamos matando entre nosotros! ¡JODER!

(Se dirige al árbol más próximo y le pega una patada).

QUIM: ¡Eres un puto paranoico, joder! Te oigo hablar en sueños, cuando me toca hacer guardia y tú duermes. Hablas de tonterías sin sentido. Que si la alquimia es roja, no se qué de la clorofila…¡Bah!

F/D: No tienes ni idea, maldito imbécil.

(Quim alza la escopeta y apunta hacia F/D).

QUIM: ¿Quién es un maldito imbécil? Venga, cabrón de mierda, dilo ya y todo se acabará.

(F/M también alza la escopeta, con lo que quedan los dos apuntándose).

F/D: Tú, tu eres un…

(Entra un tercer soldado en escena, y los dos bajan sus armas. Su nombre es Jules).

JULES: Vale ya, los dos. Sabía que no teníais que compartir punto de control.

QUIM: Éste tío es un puto psicópata, joder.

JULES: ¡Callad de una vez! Vete, Quim. Sustitúyeme al norte de aquí, en las barricadas, que es donde está atacando el enemigo. Si tantas ganas tienes de disparar, desfógate con ellos.

QUIM: Lo que sea con tal de alejarme de este tipo. La manera en la que me mira…me pone enfermo.

F/D: Donde tú ves un plano, yo veo un cubo. Recuérdalo, maldito insustancial. Puedo ver durante millas[5] y tú estás ciego.

QUIM: No vale la pena ni que te conteste, puto esquizofrénico. Ya me voy, ya. (A Jules) Ten cuidado con éste. (Se va por el lateral del escenario):

JULES: Más cuidado tendrías que tener tú…(Mira a F/D) Y lo mismo digo por ti. No le falta razón a Quim, pero éste no es el momento para decirlo. Cuando todo esto se acabe, ya veremos.

F/D: Cuando todo esto se acabe, a lo mejor no quedamos ninguno.

JULES: Lo que tú digas. En fin, está anocheciendo. Toca montar guardia, y empezarás tú las 4 primeras horas. Yo voy a dormir. VIGILA atentamente, y si pasa algo, DESPIÉRTAME, y después, sólo si es inevitable o imprescindible, dispara.

F/D: No hay problema, puedes confiar en mí.

(Jules se sienta recostando la espalda en un árbol, apoya los brazos cruzados sobre las rodillas y hunde la cara en ellos. Sigue sujetando el fusil con la mano izquierda. F/D está de pie observando atentamente en dirección contraria, durante un par de minutos. Después, se da la vuelta y mira a Jules. Se acuclilla frente a él y levanta su fusil, apuntándole. Una tensa música de violines, agobiante y desapacible, comienza a sonar cada vez más fuerte, mientras F/D va acercando lentamente el cañón del fusil hacia la cabeza de Jules. Cuando la toca, los violines chirrían. Alquimia aparece de repente, surgiendo de detrás del árbol sobre el que reposa Jules).

ALQUIMIA: ¡¡¡DE LA SANGRE VERTIDA NACERAN LAS ALAS DE LA MUERTE!!! ¡¡¡POR CADA VIDA ROBADA NACE UNA NUEVA EN ALGÚN LUGAR!!!

(F/D se sobresalta y golpea la frente de Jules con el cañón del fusil. Jules abre los ojos y con mucha rapidez saca un cuchillo que clava en la muñeca de F/D. Éste grita).
ALQUIMIA: ¡¡¡LA HERIDA PEQUEÑA ES UN OASIS EN LA GRAN HERIDA!!!

JULES: ¡¡Jódete, maldito paranoico!! ¡¡Asesino!! Quita de…

(F/D dispara con la mano herida y sangrando a la frente de Jules. El disparo del fusil hace un ruido ensordecedor y el cuerpo de Jules se agita violentamente. De su cabeza surge un chorro de sangre. Tras el sobresalto, su cuerpo se desploma, quedando a partir del pecho hacia arriba oculto entre los arbustos. F/D también cae hacia atrás, soltando el fusil. Queda tendido de espaldas sangrando por la muñeca y jadeando).

ALQUIMIA: ¡¡¡TODO EL MUNDO ES UNA SOSPECHA CONTINUA!!! ¡¡¡RÍOS DE SANGRE PUEDEN NACER GOTA A GOTA FLUYENDO DESDE EL CUERPO INERTE DEL MÁRTIR!!!

F/D: Cállate, joder

(Jadeando y con muestras de dolor y sufrimiento, temblando en el suelo. Se gira boca abajo, y poco a poco a incorporándose sobre los codos. No ve como Alquimia desaparece tras ponerse detrás del árbol).

F/D: Otra vez no…joder…¡Quiero despertar! ¡¡¡JODER!!!

(Se levanta sobre las rodillas y mira hacia atrás, pero Alquimia ya no está).

F/D: Dios… (Se sujeta la muñeca sangrante con la otra mano). ¿Porqué me tiene que pasar esto a mí?
(Se oyen disparos provenientes del otro lado del escenario, el derecho. F/D mira hacia allí. Se pone en pie y coge de nuevo el fusil. Una rápida y nerviosa melodía de teclado comienza a sonar. Ahora, es más Drake que Familanys. Echa a correr hacia el lugar de donde vienen los disparos, con el fusil por delante y vociferando como un loco. Cuando desaparece por el lateral del escenario, se cierra el telón).

Acto IV: Revolución en el Gólgota

(El escenario es un desierto, con un cadalso. El telar de fondo representa un cielo rojo oscuro, con nubes negras y sombras de aves planeando. Una gran luna brilla en lo alto, blanca, con algunos destellos rojizos. El escenario está lleno de arena, con cruces a los lados, clavadas en el suelo. Representan tumbas. En el medio hay una gran cruz en la que esta crucificado Familanys, vestido de negro, con la misma ropa que en el Acto I. Está cabizbajo con los ojos cerrados. La mano derecha, la que le hirieron antes, está clavada a la cruz con clavos y sangrando, pero la izquierda sólo está atada con una gruesa cuerda. Otra cuerda le ata por los tobillos y por el vientre a la cruz. Alquimia está a la derecha de la cruz. Clorofila está al frente del escenario, mirando al público).

CLOROFILA: Como habéis visto, está llegando el fin de esta larga noche, plagada de pesadillas, y habéis sobrevivido. Familanys también ha conseguido llegar vivo aquí, al final de su existencia, en éste polvoriento Gólgota de huesos y cadáveres en descomposición. ¡Aquí yacen todos los que murieron a manos de Drake! ¡Los mismos asesinatos que Familanys revivió en sueños!

ALQUIMIA: Un mundo final donde siempre es medianoche y los muertos acuden al funeral de su asesino bajo la luna sangrienta.
(Familanys levanta la cabeza)
CLOROFILA: ¡La hora en que los difuntos salen de sus tumbas! ¡Levantad de vuestra sepultura y enseñadnos a bailar la danza macabra!

(La música comienza a sonar. Un vals lento y misterioso, mientras por los laterales del escenario comienzan a surgir figuras parecidas a Clorofila y Alquimia en la forma de vestir: Túnicas negras con capucha y máscaras espantosas de color cobre y con expresión dramática en sus muecas. Salen 10 nada menos, que se ponen a bailar en parejas, agarrados, por todo el escenario, sin un recorrido fijo. Danzan con calma y firmeza, improvisando, chocándose entre ellos pero con sutilidad, al son de la música. A Clorofila no lo tocan, es como si se apartaran de él mientras bailan. A Alquimia aún se acercan menos, pero sí pasan muy cerca de la cruz donde está Familanys, sin mirarle. No paran de bailar mientras se sigue desarrollando la acción).

CLOROFILA (Dirigiéndose al público con los brazos abiertos): ¡Y ahora, gentes tímidas y cobardes, refugiadas en la comodidad de vuestras butacas, podéis ir huyendo de aquí! La resistencia de Familanys se ha derrumbado totalmente y la locura se ha apoderado de la absoluta totalidad de Drake. Y esta noche es una noche de destellos rojizos en hojas de cuchillos, y la bestia anda suelta…

(Se escucha un estruendo desde el lateral izquierdo, fortísimo, más que todos los anteriores, y los muertos dejan de bailar. Comienza a llover copiosamente dentro del escenario. Familanys alza la cabeza hacia la lluvia, abriendo los ojos).

CLOROFILA: Pero…¿Qué es esto? ¿Cómo puede llover en el Gólgota?

FAMILANYS (Desde la cruz): ¡Fin del juego, gilipollas! ¡Despídete!

(Varios difuntos sujetan a Clorofila mientras éste intenta zafarse, sin remedio).

CLOROFILA: ¿Pero qué coño…? ¡Soltadme, malditos buitres!

FAMILANYS: Eso, ellos son buitres y tu carroña. Ya sabes lo que toca.

CLOROFILA: ¡Jamás! Antes….

(Los difuntos que están sujetando a Clorofila y cerca de él se apartan, y ahí está Alquimia).

ALQUIMIA (Solemne): La muerte.

CLOROFILA: Tú…

(Alquimia saca una espada oculta bajo la túnica y le propina dos estocadas en el pecho. La sangre salta y salpica en las túnicas de Alquimia y algunos difuntos. Éstos sueltan a Clorofila, que se tambalea cerca del foso que separa el escenario de las butacas del público).

ALQUMIA: ¡¡¡UN MILLÓN DE UNIVERSOS CONSPIRANDO ESPERAN A QUE CAIGAS!!!

FAMILANYS: Y no tienes otra alternativa.

ALQUIMIA: ¡¡¡LA RUEDA GIRA, GIRA Y NO PUEDES DETENERLA!!!

(Alquimia clava su espada en el pecho de Clorofila y ahí la deja, soltándola. Clorofila da dos pasos hacia atrás, los difuntos lo sueltan, y cae al foso con la espada balanceándose sobre su pecho, con la punta hundida en él. Los difuntos van retrocediendo y se arrodillan ante Alquimia. Éste mira al frente, hacia el público, y alza los brazos. Brilla).

ALQUIMIA: ¡¡¡SOY EL CAMINO!!! ¡¡¡SOY LA LUZ!!! ¡¡¡SOY LA OSCURIDAD DE LA NOCHE!!! ¡¡¡SIENTO VUESTROS DESEOS Y ESCULPO VUESTROS SUEÑOS!!! ¡¡¡Y EN LA OSCURIDAD OS ESCUCHO GRITAR!!![6]

(Se dirige andando hacia el lateral izquierdo del escenario. Los difuntos se levantan y lo siguen. Alquimia se detiene un momento y mira a Familanys).

ALQUIMIA: ¡¡¡Y RESUCITÓ AL TERCER DÍA!!! ¡¡¡DEBATÍENDOSE ENTRE EL INFIERNO Y LA UTOPÍA, VAGA POR EL DESIERTO BUSCANDO CONFIRMAR LA RAZÓN DE SU EXISTENCIA Y EL MOTIVO DE SU RESISTENCIA!!! ¡¡¡Y SÓLO TIENE TRES DÍAS!!!

(Familanys le mira cansado. Alquimia y su séquito siguen adelante. Al llegar casi a desaparecer por el lateral, Alquimia saca una calavera de su túnica, la alza para que todos la vean, y la arroja con fuerza al suelo. El sonido que hace al romperse es el mismo estruendo ensordecedor que se escuchó antes, cuando empezó a llover. Ahora, para de llover, y cae el telón).

Acto V: Hay una luz que nunca se apaga[7]

(El mismo escenario. Familanys sigue atado a la cruz, cabizbajo y con los ojos cerrados. Sofía entra en escena. Es una chica joven, diecisiete años, larga melena castaña una camisa roja sin mangas y una larga falda azul y negra. Lleva una olla de barro sujetándola por las asas. Se para ante Familanys).

SOFÍA: Es mejor que abras los ojos, aunque sea de noche. Aquí siempre es de noche, tendrás que irte acostumbrando.

(Familanys abre los ojos).

FAMILANYS: Supongo que no te conozco.

SOFÏA: Supones mal. Me conociste una vez, pero no puedes acordarte. Tal vez me hayas visto últimamente, en un sueño.

FAMILANYS: La gente a la que veo en sueños acaba muerta…

SOFÍA: Sí, lo sé muy bien. Hace un momento, cuando estabas en el sueño de Drake en el bosque…

FAMILANYS: Maté a Jules….Creo que fue un amigo de Drake. Joder, no lo sé. Ese tío mató a todos sus amigos y a mí me toca revivirlo en sus pesadillas.

SOFÍA: Yo te conocí una vez. Y me acuerdo de todo, aunque tú no te acuerdes…Drake.

FAMILANYS: ¿…Qué? ¿Qué acabas de decir? Y…¿Qué es lo que llevas en la olla?

SOFÍA (Suelta una breve risa): Sopa de cabra. O huesos de santo, tal vez. Me llamo Sofía, siempre me he llamado Sofía, pero tu una vez fuiste Drake, el cuerdo, el sano, el apacible, y yo fui Sofía, tu amiga, tu novia, la callada, la que no recuerdas, la que cuando enloqueciste siguió a tu lado, como una esposa sumisa y maltratada, hasta que un Drake envenenado por su subconsciente alojó a dos terribles inquilinos en su cerebro, Clorofila y Alquimia, y luego a un tercero, el Drake cuerdo, del que cada vez quedaba menos, hasta que olvidó su nombre y sus recuerdos y pasó a ser sólo Familanys, un fantasma de tiempos remotos escondido en el que antiguamente fue su castillo; en su propio cerebro, en un oculto recoveco, más allá del subconsciente, el terreno de Clorofila, y mucho más arriba, al otro lado de una frontera marcada con fuego, reside el Tánatos, los confines del infierno, en cuyo humeante territorio reina Alquimia y de donde salen todos los temores, locuras y peligros de la mente humana. Yo supe todo eso cuando Drake me mató. Y ahora el Drake que tengo delante no es sino un fantasma de un fantasma que ya no puede recordar nada…

FAMILANYS: Sofía…Oh, joder…ahora se van explicando las cosas. ¿Pero que ha pasado con todo eso?

SOFÍA: Bueno, es evidente. La locura de Drake, tu locura, nació del Tánatos y se convirtió en Alquimia. Y éste creó a Clorofila, imagen de tu subconsciente, y le engañó para promover la locura en todo tu cerebro. Por eso, los estruendos que oías eran los golpes de la locura intentando entrar, sí, pero era Alquimia intentando entrar en tu subconsciente. Y eso se ha visto antes, cuando ha matado a Clorofila. En ese momento, tu subconsciente ha desaparecido, ha muerto. Clorofila siempre te ha insistido para que dejes de resistir contra la locura, pero estaba totalmente equivocado y engañado por Alquimia. Si tú mueres, Clorofila muere y Alquimia vence. En éstos momentos ya no queda nada del Drake de antes, ahora sólo es una máquina venenosa con ánsia de muerte y sangre. Y Alquimia lo domina.

FAMILANYS: Entonces…¿Qué somos ahora tu y yo? ¿Qué es este lugar? ¿Qué hacemos aquí?

SOFÍA: Nosotros somos…sombras, recuerdos, cenizas de algo, fantasmas. Esto es un Gólgota, el final de todo, un lugar para morir. Aquí es donde comen animales más grandes que nosotros, no somos más que sobras, restos, leños de una fogata apagada hace mucho tiempo, pero aun incandescentes. Y lo que hacemos aquí es perdurar como los recuerdos, aunque no pertenezcamos a nadie. Somos fantasmas, y Alquimia nos ha dado tres días para escapar antes de venir a por nosotros y darnos caza.

FAMILANYS: ¿Y qué hará si nos coge?

SOFÍA: Usarnos como monstruos en pesadillas ajenas. Alquimia duerme en la mente de toda persona, y disfruta sembrando el terror desde el Tánatos.

FAMILANYS: Joder…Sofía…

SOFÍA: Habla.

FAMILANYS: Que…eres todo lo que nunca he tenido. Por culpa de ese hijo de puta rojo. Por su puta culpa he matado a todos mis amigos, y a ti, y ni siquiera conservo un recuerdo que me haga culparme, maldecirme, odiarme, que torture mi alma por toda esta eternidad.

SOFÍA: Sobre eso…antes me has preguntado qué hay en esta olla.

FAMILANYS: Sí.

SOFÍA: Dije que sopa de cabra, o quizá huesos de santo. En realidad da igual la forma que quieras darle. Lo que hierven aquí son tus recuerdos, los de Drake, el cuerdo, el loco, el asesino y Familanys. Sí quieres tenerlos, debes comerte hasta la última gota de esta olla. ¿Quieres hacerlo?

FAMILANYS: No sé si debo, pero creo que lo haré, si tú crees que debo hacerlo. Quiero tener algo que sepa que es mío y que pueda ver y sentir, no sólo tus palabras.

SOFÍA: Eso es tu decisión y no me meteré en ella. (Dirigiéndose al público). Y vosotros, todos vosotros que sois testigos de nuestra existencia, os pido una cosa. Recordadnos. Ahora y siempre. Cuando salgáis de esta cárcel y vayáis a vuestras casas con el paso rápido por miedo a encontraros con Drake, cuando suspiréis aliviados al abrir la puerta y saberos seguros. Cuando os abracéis con vuestros seres queridos, recordéis el tenue espesor entre los vivos y los muertos, cuando sintáis esos escalofríos interminables, cuando suspiréis, cuando os arropéis con tres mantas en la comodidad de vuestra cama, cuando busquéis seguridad en sus frías sabanas, cuando cerréis los ojos en la oscuridad, cuando deis la bienvenida a los sueños, cuando nos veáis en vuestras pesadillas, recordadnos, pues os hemos hecho partícipes de la noche más mágica que podemos ofreceros y si un día dejáis de creer en todo lo que habéis visto y oído, si nos olvidáis, moriremos.

(Cae el telón para siempre).

FIN

“En la alquimia existen tres cosas en un humano: Alma, mente y cuerpo. Yo creo que la mente es la cosa que conecta el cuerpo y el alma”- Edward Elric
Dedicado a Sangtraït, el mejor grupo que ha existido en la península, y a mis amigos.

LOCAL HERO 19 AÑOS



[1] Fa mil anys; en catalán significa “Hace mil años”

[2] Clara referencia a la aldea de Astérix y Obélix, los “galos irreductibles que resisten ante el invasor”.

[3] Cadalso: Tablado para la ejecución de un reo. Horca. “A tirones de cadalso” puede interpretarse como acción de ahorcar. “Cuentan que una vez liberaron del insomnio a un ciego a tirones de cadalso” se refiere a que va a hacer dormir a Familanys ahorcándolo.

[4] Drake’s Dreamland; en inglés: País de los sueños de Drake. Se quiere dar a entender que lo que se va a ver es un sueño de Drake, vivido por Familanys.

[5] Puedo ver durante millas: Referencia a la canción de The Who: “I can see for miles”.

[6] Adaptación libre de una estrofa de la canción “Believe” del grupo americano de heavy metal Savatage. Incluida en su disco ‘Streets’.

[7] En ingles:”There is a Light that never goes out”. Título de una conocida canción del grupo británico de pop rock The Smiths, incluida en su disco ‘The Queen Is Dead’

sábado, 27 de enero de 2007

Matar


¿ALGUIEN ME EXPLICA PORQUE LOS MÁRGENES SE COMEN LAS PRIMERAS LETRAS DE LOS DIÁLOGOS EN ESTE BLOG??

En la oscuridad (Abril 2004)

EN LA OSCURIDAD

Abogado Sr. Angus

En la oscuridad, el interior de la iglesia parecía el escenario ideal para una escena de alguna película de Tarantino o Alex De la Iglesia. Ninguna luz diurna se colaba por los amplios ventanales, lo cuál era ideal para que un abogado del diablo hiciese su trabajo. La misa de la tarde había concluido hacía poco con el sermón que cantaba las maravillas y beneficios de la castidad, ese invento tan divertido que quedó olvidado en desuso hace ya tanto tiempo. Los feligreses habituales en la parroquia del padre Carrasco, que disminuían en función de si el Real Madrid jugaba esa tarde o no, se marchaban ahora a disfrutar de las ventajas de no hacer ni puto caso del sermón que acababan de escuchar. (Por cierto, puedo contar una anécdota sobre uno de éstos: una vez, después de salir de misa de tarde, de irse de bares con los amigos, de ir a casa a cenar y a insultar a su esposa, se fue de juerga al prostíbulo de Mari Puri y encontró al monaguillo barbilampiño con pinta de atleta profesional que oficiaba en la parroquia, oficiando allí mismo con la misma esposa a la que había humillado ni siquiera dos horas antes.)

Esperé un poco oculto entre las sombras, mientras algunas personas, casi todas viejas elegantes con cara de amargadas se colocaban en la cola del confesionario. El imponente y orondo padre Carrasco se disponía a escuchar atentamente los pecados que sus estúpidos feligreses querían borrar de sus almas, sin saber que su destino estaba ya sellado. El padre abrió su libreta, en donde tomaba nota de todo cuanto oía, y quitó la capucha de su excelente pluma estilográfica bañada en oro, una de las ventajas que le proporcionaba el pasar absolutamente de los diez mandamientos. La primera de las figuras se agachó frente a la rejilla para ser la primera en confesar. Se llamaba...

Padre Carrasco

...Soledad Higueruelo. Una de las más antiguas tocapelotas de mi iglesia. Acudía casi siempre a misa para ocupar su lugar en la primera fila, y contemplaba mis ostentosos ademanes extasiada, lo mismo que sentía al oír mis sermones. Suspiré mientras abría mi libreta por la letra “H” hasta encontrar “Higueruelo, Soledad”.

Ahí estaban anotadas todas las confesiones que llevaba en ese año. Practicaba esta actividad una vez al mes, a comienzos de Mayo suponía la quinta. Todas las cosas que contaba eran estúpidas. Que si iba a ir al infierno por tener pensamientos obscenos con su cuñado, que si oyendo la radio accidentalmente había sintonizado una canción de AC/DC y la había oído hasta el final, que si era una incondicional de los reality shows tipo Gran Hermano y esas soplapolleces...temía ir al infierno y por eso aburría a un pobre cura que tenía cosas mejores que hacer. La vieja Soledad inició su quinta y última confesión.

- Ave María Purísima.

- A pelo concebida– Repliqué.

- ¿Qué?

-Sin pecado concebida. Perdón, hija mía, es la edad.

- Lo comprendo, padre. Mire, que le quería contar...no se cómo explicárselo, pero creo que mi marido estuvo el otro día en casa de un amigo suyo que tiene el Canal Plus, y estuvieron viendo un documental sobre naturaleza, o eso dice. El caso es que desde entonces me pide que le haga...ya sabe...me da pudor decírselo...

-Te pide favores sexuales.

-Sí, algo así. Él los llama “mamadas”, y también otras palabras que no quiero contarle.

- Te entiendo. Y sabes que esas porquerías van en contra de la iglesia y tienes miedo, ¿no?

- ¡Sí! Usted lo entiende todo, padre Carrasco.

- Bueno, pues tienes dos opciones: hacerle lo que te pide, o que se lo haga una de las putas de Mari Puri.

A continuación se pudo oír una exclamación ahogada y jadeos. Soledad no iba a decir nada más, así que le recomendé que leyese la Biblia, especialmente las partes tipo “has de honrar a tu marido”, y que si necesitaba ayuda más gráfica, que le pidiese al monaguillo barbilampiño el Playboy Especial, donde podría encontrar todo tipo de información sobre lo que le pedía su esposo. La vieja se fue entre lloriqueos y respiración entrecortada. El resto de la tarde transcurrió con las habituales confesiones vergonzosas y poco serias de las viejas. Tomé nota de todo cuanto escuché y aconsejé, y con lo que llevaba apuntado calculé que pronto podría dar carpetazo al libro que llevaba escribiendo los dos últimos años, basado en los secretos pecados de los que era guardián. El título provisional era “En la oscuridad”, pero también me gustaban “Confesiones para un ateo” y “Fundido en negro”, éste último tomado de una canción de Metallica.

Cuando di por terminada la jornada, cambié la obligatoria toga de los curas por un cómodo chándal, con el que me gustaba salir a hacer footing. Sin embargo, nada más salir a la calle, noté que había algo extraño en el viento. Olía a azufre, joder. Asustado, comprobé que no había un alma en la calle, literalmente. El viento empujaba las hojas, haciéndolas girar hipnóticamente hasta quedar distribuidas en tres montones de seis, y el cielo, antes oscuro, se había vuelto rojo sangre. Una mosca pasó zumbando cerca de mí y cayó muerta al instante. Y al pie de las escaleras, el abogado del diablo. Botas de motorista, vaqueros negros, camiseta de Iron Maiden (concretamente el dibujo de portada del álbum “The Number of The Beast”), chupa de cuero con cadenas y chapas metálicas, y un rostro maligno y sonriente. Dientes punzantes, más parecidos a los de un animal, nariz afilada y ojos relampagueantes. Para rematar, una larga melena pelirroja y rizada le caía en torrente sobre los hombros, y uno gastada gorra al revés le daba un aire a estrella del rock n’ roll. Una legión de cuervos llegó de repente y se posó sobre los árboles, como si fuesen espectadores.

El abogado del diablo portaba un maletín.

Abogado Sr. Angus

El Padre Carrasco iba en chándal, zapatillas deportivas y estaba asustado. Rondaba los sesenta, el pelo totalmente gris y gafas de concha. Me recordaba bastante a Ray Manzarek, teclista del mítico grupo The Doors. (Cuando el cantante, Jim Morrison, llegó al infierno vía sobredosis, yo fui quien firmó su hoja de ingreso, y debo admitir que Jim era uno de los tipos más simpáticos y pirados de cuantos he conocido en el infierno.) El cura se subió las gafas. Sudaba a chorros. Creo que me reconoció, o por lo menos supo quien era.

- ¿Padre Karras? – Dije con toda la simpatía posible. No convenía que el cura se pusiese muy nervioso.

- Carrasco...Padre Carrasco. – Seguro que tenía miles de dudas sobre lo que debía hacer en ese momento, pero siguió allí inmóvil. Algo se atrevió a brillar en él. Provenía de su pecho.

- Padre Carrasco, entonces. Soy...

- Prefiero no saber su nombre, señor. – Lo que estaba escondido en su pecho lanzó un segundo destello que me hizo daño en los ojos.

- Bueno, pues le diré que soy el representante de una sociedad anónima que quiere publicar el libro de confesiones que está escribiendo, padre. Aquí tiene mi tarjeta. ´

Le alargué una tarjeta blanca. Al inclinarse él para cogerla, otro pequeño haz de luz me alcanzó.

Padre Carrasco

El siniestro abogado me extendió la tarjeta de su sociedad. Cuando la cogí, retrocedió como si le hubiesen disparado con balas de fogueo.

¡Aaaahhhrggg! – Aulló. Entonces me arrancó el crucifijo de plata que llevaba al cuello (y que me había olvidado de quitarme cuando no oficiaba misa) y lo soltó como si le quemase. Lo pisoteó con rabia.

- Estas pequeñas estupideces están por todas partes, ¿verdad? – Sonrió, algo más calmado. Hacía un calor agobiante, pero cuando eché un vistazo a la tarjeta me quedé helado.

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- Naturalmente, al ser una sociedad anónima, no podemos hacerle saber cuales de nuestros miembros están a favor de invertir en usted y sus confesiones, pero le aseguro que son de los más influyentes en las decisiones finales. Pero si le parece, nos vamos a un bar para discutirlo mejor, ¿de acuerdo?

Yo estaba blanco como el papel. Me agaché para coger el crucifijo, pero lo había pisoteado con fuerza. Estaba a punto de partirse en dos. Supuse que ya no tendría importancia, y lo dejé caer. El tipo estaba radiante.

- ¡Bien, padre! ¡Muy bien! Por fin se ha desecho de esa baratija. Pronto tendrá otro crucifijo mucho más bonito y de mejor calidad. Y ahora – Me llevaba casi arrastrando. – le llevaré a un bar que seguro no conoce. Y a propósito, aunque no quiera saberlo, - Me taladró con sus ojos de fuego.- soy el señor Angus, abogado. Encantado de conocerle. Pero lo que le sorprende es la naturaleza de mi juego, ¡sí!

Abogado Sr. Angus

Lo llevé al Día de la Bestia, un local rockero muy de moda en Madrid después del estreno de la excelente película del mismo nombre, que nuestra sociedad produjo para el director Alex de la Iglesia después de que éste se afiliase de por vida a nosotros.

Era un bar sucio, con olor a sudor, tabaco y cerveza, con tipos desaliñados con camisetas de rock y chupas de cuero. Siempre había algún grupo en el pequeño escenario. Estábamos de suerte, pues el grupo que tocaba en esos instantes lo había mandado mi sociedad porque estaba previsto que acudiese allí con el cura. No estaba seguro de cómo se llamaban, pero el line-up era acojonante. A las guitarras Jimi Hendrix y John Lennon, Cliff Burton, el fallecido ex de Metallica, al bajo, el inigualable Keith Moon a la batería, con el mismo aspecto que cuando dejó huérfanos a The Who en 1978, y a la voz principal, probablemente el mejor frontman del infierno, tal y como demostró con AC/DC, el gigantón Bon Scott. (Freddie Mercury no había podido estar porque tenía lugar un homenaje a su persona en Londres, y le gustaba estar presente en este tipo de acontecimientos, aunque tuviese prohibido dejarse ver.)

El grupo estaba tocando “I’ll sleep when I’m dead” un tema con un título muy significativo que compusiera Bon Jovi, a quien llevábamos varios años tentando para que se uniese a nosotros. El padre y yo nos sentamos en una mesa apartada del resto de la clientela y pedí dos aguas benditas, una bebida compuesta de tequila y ron, no apta para gargantas débiles. El cura bebió y poco le faltó para echar fuego por la boca. Yo lo pude tragar sin dificultades. Lo encontré un poco frío, la verdad.

- Joder, padre, es que no tiene garganta para estas cosas. ¿Le pido una crucifixión?

- ¡NO! - Logró serenarse.- No. Oiga, si viene por mi alma, lo comprendo. Soy un mal hombre. Tomo nota de las confesiones de mis feligreses para publicarlas y hacerme rico. No merezco seguir viviendo. Ni siquiera creo ya en Dios. Yo...

- Oiga, padre, cálmese. – Le interrumpí.- No va a morir, ¡al contrario! Le ofrecemos la inmortalidad a cambio de los derechos de su libro. Nos interesa mucho el tema que toca, las confesiones. La gente se confiesa por miedo al infierno. Es bueno saber qué es exactamente lo que teme la gente del infierno, que cosas son las que les hacen creer que están condenados, ya sabe todo eso. Bueno, no tenemos toda la eternidad para discutirlo, (quien lo diría), tiene que darme la respuesta ahora.

Padre Carrasco

Ahora.

¿Qué respuesta podía darle que no me condenase? No sé a qué tenía más miedo, si a Dios, en quien no creía, o al infierno, en donde acabaría con toda seguridad. Bueno, no creo que me quedase otra alternativa, y por lo menos publicaría el jodido libro que nunca debí empezar. Me tomé un pequeño lapso de tiempo para despedirme de mi alma.

Adiós, vieja amiga. Ojalá te hubiese tratado mejor en estos sesenta años. Tuvimos nuestros buenos momentos.

Me pareció oír una vocecita que decía “¡Hijo de puta! ¡Ya era hora de que se te llevaran! Buenos momentos, dice...déjame y no vuelvas a molestarme”, pero quizás sólo fuese mi imaginación.

Miré al infierno que ardía en los ojos del señor Angus. Quise rezar un padrenuestro, pero hacía tanto tiempo que no lo hacía que había olvidado los versos. Sólo recordaba algunos.

“Padre nuestro que estás en los cielos...”

- ¿Y bien? – Preguntó Angus.

“...santificado sea tu nombre...”

- Necesito un trago. – Le dije. Bebí de su agua bendita y casi me quedo sin hígado.

“...no nos dejes caer en la tentación...”

- Ya ha bebido. Se nos agota el tiempo.

“...y líbranos del mal...”

- Sí.

“...amén...” .

Abogado Sr. Angus

El pájaro estaba en el nido y el cazador le había agarrado los huevos. (Los huevos que ponía el pájaro, se entiende, es una metáfora. A ver si me explico: El pájaro era el cura y sus huevos, los polluelos que iban a nacer. Los polluelos representan las ediciones del libro, cuyos beneficios serían para nosotros.) Tuve que sonreír. Jimi Hendrix se estaba pegando uno de sus solos que todos conocemos, capaz de levantar a los muertos. Keith Moon baqueteaba como un poseso. La muerte no le había cambiado nada. Y Bon Scott con sus alaridos...Era genial. El padre Carrasco sudaba como un cerdo, pero es que el calor que hacía era infernal. (Tampoco era de extrañar). Joder, me lo estaba pasando en grande. Apuré mi agua bendita y pedí una crucifixión muy cargada. Cuando se acercó el camarero, al que le habían salido dos alas de murciélago gigante en la espalda y se había olvidado de tapárselas, le dije que no escatimase con los clavos.

- ¡Bueno! Es un auténtico placer hacer negocios con usted, padre. – Comenté.- Ahora sólo una firmita en el contrato y se puede ir a su casa a descansar. Mañana cobrará los derechos del libro. Le mandaremos un mensajero. Desagraciadamente no disponemos de la suficiente moneda en metálico, pero tendrá su pago, un regalo sorpresa de aproximadamente el mismo valor. Y como veo que no tiene muy buena cara...parece enfermo, ¿sabe? Pues venga, firmemos ya el contrato. No se arrepentirá de haber hecho este negocio.

El cura no se movía. No ver, no hablar, no oír, como dice la canción. Tenía la cara gris y los ojos quietos, sin pestañear. Le sacudí.

- ¡Eh! Venga, firme aquí. –

Abrí el maletín y saqué un pergamino viejo y polvoriento, con una letra antiquísima e ininteligible. Lo puse sobre la mesa y el cura lo miró. Hizo un esfuerzo por leer lo que ponía, pero estaba en un idioma desconocido para los mortales.

- Dice básicamente que nos cede los derechos de publicación de su libro, que los detalles de producción (título, edición, precio, etc...) quedan a cargo nuestro, nosequé nosecuántos. Firme en la línea de puntos. No, hombre, no, con bolígrafo no. Es tan impersonal el bolígrafo...Imagínese (sólo es un supuesto) que en un tribunal tenemos que demostrar que la firma es auténtica. Preferimos que firme con su sangre. No se preocupe, es un simple proceso rutinario.

El cura, en aparente estado de shock, se movía lentamente, como un alma en pena. Pinchó su dedo pulgar con una aguja que sacó de un bolsillo y con escritura temblorosa estampó una firma que selló su destino. Para que fuese definitivo, saqué el matasellos de mi sociedad y lo mojé en tinta roja. Alcé la mano ante el contrato. La sombra del matasellos sobre el papel se asemejaba demasiado a una guadaña. Lo deje caer.

S.A.TANÁS

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Padre Carrasco

A continuación me levanté y salí de allí. Atravesé el tugurio en medio de toda aquella música sin mirar atrás. Angus no dijo ni hizo nada. Se quedó mirando el contrato con cara de flipe. No miré atrás hasta que llegué a la salida. Entonces me fijé en los músicos, y bueno, John Lennon me guiñó un ojo.

Un sueño. ¿Era un sueño? Desperté en mi cama entre fiebre y sudores, con la mirada fija en la imagen de la pared contigua. En la casa de un cura lo normal sería un cuadro de Cristo o una reproducción de La Última Cena, pero como yo era un cura ateo e hijoputa pues tenía la chica Playboy del mes de Agosto. Respiré profundamente. La novela. ¿Seguiría siendo mía? Me levanté de un salto y rebusqué furiosamente en el cajón, bajo una edición especial del Nuevo Testamento, que incluía una anécdota acerca de Cristo, Judas y cierta prostituta de Babilonia que se eliminó de la edición final. Allí estaba, el manuscrito original, documentado con decenas de anotaciones. Y en el ordenador estaba la versión definitiva, los frutos de tantos años de escuchar secretos ajenos en la oscuridad.

No volví a conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada. Con los primeros destellos del alba, unos golpes en la puerta me despertaron por completo. ¿Podría ser quien yo esperaba, o alguien totalmente diferente? Dudé si abrir o no, pero finalmente me puse la bata y abrí. Cerré de un golpe. No podía ser, no tenía que ser lo que había visto. Pero los golpes volvían a sonar con más fuerza y por miedo tuve que abrir otra vez. Allí estaba, la chica Playboy del mes de Agosto. Me agarró del batín y me llevó consigo.

La seguí a través de montañas interminables, desiertos áridos perdidos en lugares extraños y desconocidos, atravesamos ríos llenos de cocodrilos y cruzamos bosques embrujados. Un día llegamos a una vasta extensión de terreno pedregoso salpicado de arena caliente. El cielo era color rojo sangre y de vez en cuando escupía fuego que caía cerca de nosotros, y en el horizonte las montañas estaban coronadas por picos puntiagudos como los dientes de una bruja. En uno de ellos, brillaba una luz blanca con tal fuerza que me dio una pequeña esperanza. Me giré hacia la chica Playboy de Agosto, pero había desaparecido. Bueno, ella sí había desaparecido, pero su bikini estaba tirado en el suelo, con una nota escrita en la copa derecha de la parte superior. Escrita en una lengua bastante rara decía algo cómo:

“Quien escucha, su mal oye. Quien mal ajeno conoce, mal propio padece. Mal ajeno no desvelar, mal ajeno no divulgar. Confesiones ajenas alma corrompen. Alma corrompida, alma vendida. Vendiste tu alma y ahora está en manos de otro. Y tu castigo será vagar a través de los campos de destrucción para toda la eternidad. Firmado: S. A. Tanás.”

Solté la nota, que salió arrastrada por el aire. Caí de rodillas. Para siempre. En momentos así, un católico tenía a Dios para dar calor a su alma, un satánico tenía al diablo, pero alguien que había vendido su alma solo tenía un cheque en blanco y un billete de ida al final de todos los finales. Para quedarse en la oscuridad para siempre. Cerré los ojos y traté de buscar esa luz interior que se dice que todos tenemos. Creo que la encontré, pero la bombilla estaba fundida.

Dios

Había sido un día muy ajetreado. Tenía catorce palestinos en lista de espera para ingresar en el pabellón número 7, a ciento cincuenta cancerígenos para la unidad de enfermos terminales, y diez automovilistas que se habían pegado el golpe a dos kilómetros de Alcobendas, sin contar el joven que se habían cargado los ultrasur el domingo en el Bernabéu. Por las noches me gusta ver Crónicas Marcianas, en donde últimamente solían leer un capítulo del libro de reciente aparición “En la oscuridad”. Aunque no era moralmente ético, suponía una diversión y un morbo desconsiderados. Mientras Sardá leía las sorprendentes confesiones de una tal Soledad Higueruelo, me llamaron al móvil. El sonido polifónico de la Novena Sinfonía de Beethoven me martilleaba, llevaba tiempo queriendo cambiarlo. No fue difícil saber quien llamaba, pues era el único número en el mundo compuesto por una sola cifra igual. Respondí.

- ¡Qué pasa, Satán! ¡Cuento tiempo!

- ¡Hombre, Dios! Ya ves, ando viendo Crónicas. ¿Lo estás viendo?

- Claro. La Soledad Higueuelo esa, ¡que zorra! Vaya cosas que le hacía a su marido...

- De eso te quería hablar. Te cambio una Higueruelo por un toxicómano y un músico de rock.

- ¿Por qué?

- Porque en el infierno ya no quedan más pabellones para los toxicómanos y los rockeros. Estoy haciendo horas extras para tenerlos a todos bien agrupados y que no se escapen, pero es que no me queda más sitio. Venga, hazme este favor, tío, que somos colegas...

- Está bien. Cuando la palme la Higueruelo te la mando para allá.

- ¡Gracias! Eres la hostia, tío. Mañana tendrás al toxicómano y al rockero en tu puerta.

- Venga, Satán, hasta otra, que me estoy perdiendo Crónicas.

Colgué. Satán era un gran tipo, pero a veces demasiado pesado. Me jodía que yo tuviese que acurrucarme entre las nubes con un traje barato y tener que hacer siempre el bien, para que ese estúpido Papa pudiese seguir respirando allá abajo. A veces me gustaría ser como mi amigo Satán, bajo tierra en un lugar de sangre y fuego, con un trono construido expresamente para él, pudiendo pasearse en pelotas por donde le diese la gana, y con miles de sirvientes a su servicio, con todas las mujeres que quisiera, con conciertos de rock n’ roll cada noche...a veces desearía hacer el mal y que se celebrasen unas elecciones en el cielo para poner a otro gilipollas que lo hiciese mejor que yo. Los que supieron elegir bien, eligieron a Satán como su propio dios y así les va, de puta madre. Un día bajaré a la Tierra, me reencarnaré de pirómano psicópata, entraré en las iglesias con trapos mojados de gasolina y cerillas, y los fuegos artificiales se verían desde el infierno.

Abogado Sr. Angus

Otro día más en la ciudad, viendo como las ventas de “En la oscuridad” suben como la espuma, sobre todo después de la extraña muerte del padre Carrasco, a quien yo llamaba padre Karras. Encontraron su cuerpo en su piso, tumbado frente al póster central extra –grande de la chica Playboy del mes de Agosto. El cadáver estaba hinchado y morado, a punto de reventar de todo el alcohol que había tomado el día anterior. A su alrededor abundaban las botellas vacías y las cajas de pastillas. La primera hipótesis fue lo que resultaba obvio; que se había suicidado después de publicar su novela, por un lógico ataque de pudor, o de vergüenza, o algo así. Pero la autopsia descubrió que había consumido algún tipo de alucinógeno en las últimas 48 horas. Alucinógenos para ver al demonio, seguro. En sus últimas horas quiso saber si había algo más que Dios, por quien malgastó toda su vida en catequesis, en seminarios, total para llegar a los sesenta y sospechar que sí, había algo más y era mucho mejor. El padre Carrasco no vendió su alma al diablo. Tampoco se la había vendido a Dios. En realidad, nunca tuvo alma.

Como un perro sin hueso, como un muerto sin autopsia, caminó toda su vida buscando un camino, para en el final volver a caer en la oscuridad de la que nunca debió salir.

FIN

Abril de 2004, mientras escucho por primera vez el “Volumen Brutal”, de Barón Rojo.

Aún con sus fallos, es la historia de mi primera época de la que estoy más orgulloso.