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domingo, 21 de noviembre de 2010

Nuevo guión teatral



MANDRAGORA AUTUMNALIS

Una relación emocional intensa en cinco actos

Recomendado para
lectores adultos

Acto I
Well of course I'd like to sit around and chat
But someone's listening in.
Radiohead

(El escenario está completamente a oscuras. De él emergen gritos desgarradores a un volumen considerable, cada vez más ensordecedor. Se prolongan durante algunos minutos. El último grito se transforma en una pérdida gradual de voz hasta terminar en un gruñido que se desvanece. Se abre lentamente el telón. El escenario es la consulta de un psiquiatra. Al frente están los clásicos diván y sofá, más al fondo una mesa de despacho y en las paredes diplomas y cuadros. No hay puerta ni ventanas. Iluminación sombría. H. y el doctor Rimunades están allí. H.,joven, tumbado en el diván, viste con ropa negra y una chaqueta de cuero marrón. El doctor Rimunades, anciano, con chaqué, en el sofá, sin mirarle, con una libreta. Ambos llevan gafas idénticas. El volumen de la música desciende gradualmente hasta desaparecer.)
H.: Pensé que duraríamos.
RIMUNADES: ¿Y le sucede a menudo?
H.: No, normalmente dedico más tiempo a pensar que a durar. Supongo que ahora debo hablarle de ella.
RIMUNADES: No, no quiero que me hable de ella. No me interesan las personas que no se encuentren en el diván de mi consulta durante mi horario de trabajo. Hábleme de usted.
H.: Yo no tengo demasiado interés, la verdad. Todo el que pudiera tener me lo robó ella, y ahora sólo deambulo errante. Por eso estoy aquí, para librarme de la maldición.
RIMUNADES: Está bien. (Fastidiado.) Hagamos una cosa: Hábleme de su relación con ella y lo que le ha provocado. Así puede que lleguemos a alguna parte.
H.: (Sacando unas hojas del bolsillo de la chaqueta.) He traído esto. Son algunas cartas que le escribí en determinados momentos de la relación. Es menos doloroso que tener que contársela. La primera es de...
RIMUNADES: ¡Por Dios, no! ¿Tanto le cuesta hablarme un poco con sus propias palabras?
H.: Eso me temo. Ella me ha vuelto así y ya no tengo interés por nada, ni siquiera por escribir acerca de ello. Lo cual es un problema, porque me impide cumplir los plazos de publicación.
RIMUNADES: De acuerdo (Refunfuña), si no hay más remedio... Hágame una síntesis, o léame sólo los párrafos importantes para que me haga una idea del tema. ¿De cuando es esa primera carta?
H.: Abril del año pasado. El fragmento más esclarecedor dice así, y cito textualmente, (leyendo con mucha entonación y gestualizando) "Por eso conocerte puede ser tan atrayente, como peligroso, como puede merecer la pena. Y en eso llevo ya un buen tiempo. Sí, quiero idealizarte. Sé lo que me juego y los riesgos que conlleva, pero el sentimiento que nace al idealizarte, ese mismo al que tu encendiste la mecha, es superior a todo eso, y lo que importa es..."
RIMUNADES: Suficiente, he captado el concepto. Pasemos a la siguiente carta. Si no le pregunto por la reacción de ella es porque me la imagino. Continúe, por favor.
H.: Ésta es de otoño del año pasado, después de morirme de desilusión: "Ya no hay ciudades que investigar ni contigo ni en tu busca. No quedan sombreros ni abrigos largos que calzarse ni oscuros rincones de bares en los que ocultarse. Ya no tiene sentido mirarte a través del humo del cenicero más cercano que haya entre nosotros, y menos sentido seguir ocupando un lugar aquí habiendo tanta gente esperando para sentarse en esta posición privilegiada. Abandono. Abandono a favor de los que aun creen que de ilusión también se vive. Es la mejor cesión de asiento que he escuchado nunca. "
RIMUNADES: ¿Vamos al grano, por favor?
H.: (Sigue leyendo) "Nada a lo que pegar fuego..." (El doctor Rimunades hace ademán de interrumpirlo, pero H. continua) "Atisbo una pintada enfrente de mi hotel mientras la ciudad se desmorona a mi alrededor, “Solo solos somos libres”. Para lo único que soy libre es para afirmar que te carga el diablo y estás construida sobre un cementerio indio. Dirán que debo alegrarme, pero yo no he ganado nada. No me va eso de alegrarme por los éxitos ajenos, en cambio adoro el Schadenfreude. Pero nada de eso tiene cabida ahora. Afirmar o negar es indiferente a estas alturas. Niego ser capaz de incendiarte. Niego ser capaz de comunicarte. Niego ser capaz de expresarte. Niego ser capaz de acompañarte. Niego ser capaz de gustarte. Niego ser capaz de esperarte. Afirmo ser capaz de imaginarte. Afirmo ser capaz de soñarte. Afirmo ser incapaz de interesarte, y siempre lo seré." (Se detiene y se tapa los ojos con la mano.) Eso es todo. Había un par de cartas más, pero no tengo ánimo para leérselas.
RIMUNADES: No se preocupe, es comprensible. ¿Y lleva un año entero en este estado tan deplorable?
H.: Sí, unas veces más que otras. Ojalá se redujese sólo a esto, a atormentarme en forma de recuerdo, pero no es así.
RIMUNADES: Sorpréndame. ¿Hay algo más terrible que eso?
H.: Aparece en mi habitación por las noches y me viola.
RIMUNADES: Ojiplático me hallo. ¿Y de qué se queja, entonces? Debe de ser lo mejor que le ha pasado en su vida.
H.: No se imagina lo desagradable que es. Es decir, ahí estoy yo, indefenso en un mar de trágicas lamentaciones y, ya sea por su magia negra, por uso de la proyección astral, qué sé yo, aparece ella como una bruja y abusa de mí mientras me recuerda que nunca será mía. Es humillante, y dura toda la noche. Quiero que se acabe, doctor.
RIMUNADES: Cada loco con su tema. Le voy a recetar paroxetina[1], que nunca viene mal. (Garabatea en su libreta.)
H.: No, no, no. Conocí la paroxetina antes que a ella y un antidepresivo anuló al otro. No me va a servir de nada. Ya no tiene efecto sobre mí. Incluso preferiría probar algo más fuerte.
RIMUNADES: Muy bien, experimentemos. Prepárese para la mandrágora.
H.: ¿Mandrágoras? Pensaba que se limitaban a la existencia mitológica. ¿Es tan fácil como pedirlas en la farmacia?
RIMUNADES: Se sorprenderá de lo avanzado que está el mundo místico y su interacción con el nuestro. (Termina de garabatear, arranca la hoja y se la da.) Aquí tiene la receta y las dosis pertinentes. Vuelva en una semana y me cuenta.
H.: Doctor, en una semana hay muchas noches. ¿Cree que sobreviviré? Es mucho esperar. Y además, si recuerdo correctamente, el jugo de la mandrágora puede ser letal. ¿Pretende matarme?
RIMUNADES: No, al menos de momento, pero si sigue gimoteando así tal vez me lo plantee. Nos vemos.
H.: Pero... ¿Qué clase de doctor es usted? Me receta una planta que hasta ahora creía que sólo existía en las leyendas y aún espera que confíe en usted. Si yo...
RIMUNADES: Puede confiar en mí o quedarse con esa ninfa de la que habla, pero acabará volviendo aquí. Es sencillo, porque no tiene nada mejor que hacer.
(Se cierra el telón.)


Acto II
Every night I turn the light out
(...) find me where I'm hiding
Pink Floyd


(El escenario es la habitación de H.. Una cama deshecha sin edredón y una mesa metálica con una lamparita, una botella verde de cristal y una máquina de escribir de aspecto antiguo. No hay ventanas. H. está sentado en el borde de la cama con una camiseta negra y un pantalón de pijama también negro. Está leyendo un tomo de enciclopedia.)
H.: "Mandragora Autumnalis..." Vale, esto ya lo sabía... "Emite ruidos que se asemejan a gritos desgarradores cuando se la arranca de raíz, la cual tiene forma de cuerpo femenino..." Esto es interesante. "Crecen en determinadas zonas de los bosques en donde no da la luz..." Demasiado poético, pero aprovechable. ¡Ah, germina bajo los patíbulos gracias al semen expulsado por los ahorcados! Esto lo recordaba de cierta película de cruzadas. Entonces tiene que dar un chute de libido brutal... Veamos qué dice de la dosificación. "No existe dosificación calculada." Eso es genial... "Venenosa y curativa a la vez, puede tener efecto anestésico. ¡Su ingesta en grandes dosis puede ocasionar coma!" Tampoco tengo tanto que perder, la verdad. Me pregunto si...
(E. aparece en el lateral derecho del escenario. Pelo castaño oscuro largo, gafas doradas, complexión frágil, atractiva. Viste ropa oscura. H. la mira.)
E.: El diablo se lleva el alma al salir y un ratón ridículo ha de nacer. Tú eres el ratón ridículo, adivina quién es el diablo.
H.: Te voy a vencer y ya sé como. Volveremos a estar solos y tú desaparecerás de mi mente.
E.: ¿Con qué, con esto? (Agarra la botella de cristal.) ¿Jugo de mandrágora? Adelante. (Se acerca a H. caminando sinuosamente, con la botella por delante en todo momento, hasta llegar al camastro.) Bebe de mí, pues esta es mi sangre.
H.: Esta vez no vas a confundirme. Sé que...
(E. ya está junto a él, presionándole la botella contra el cuello.)
E.: ¿Qué sabes tú? Tú no sabes nada. Nada más que lo que yo te diga.
H.: Déjame...
E.: Sí, tanto patetismo empieza a aburrirme. (Deja la botella sobre la cama.) ¿Para qué presionarte? Sigue siendo una botella en tu cama. No durará mucho. Y a mí, como todo lo que haces, me da igual lo que hagas con ella. Bueno, con una condición, ya sabes... (Sonríe) Que sea emocionalmente agotador.
H.: Contigo todo lo es. Te odio por ello. Si me dejases en paz...
E.: No mientras siga resultando cruel. (Empujándolo, obliga a H. a tumbarse. E. le sujeta las muñecas y se inclina sobre él, con las caras muy cerca. La botella rueda y cae al suelo pero no se rompe.) La crueldad es divertida. (Roza el cuello de H. con los labios, sin llegar a besarlo, pero lo recorre entero.) Veremos hasta cuando puedes resistirte...
H.: (Entre jadeos) Vamos... hazlo ya... ¡Hazlo ya!
E.: (Susurrando y mordiéndose los labios.) ¿No eras tú el que hablaba del placer que suponía retrasar los grandes momentos? No tienes derecho a exigirme nada. A nadie. Nunca. Eres un ratón ridículo, ridículo... (Desliza su mano por debajo de la camiseta de H. y le araña. H. grita.) Y por eso nunca me tendrás. Nunca me tendrás...
H.: Porque no te merezco.
E.: Exacto... (Desgarra por la mitad la camiseta de H. y le araña el pecho, más fuerte que antes.) No tienes derecho a tenerme, ni siquiera a soñar con tenerme. Deja de rebelarte y ríndete.
H: No puedo hacerlo... te demostraré que puedo superarte. Voy a romper tu hechizo y no volverás a violarme.
E.: ¡Pues hazlo entonces! (Agarra la botella, la destapa y vuelca todo el jugo de mandrágora sobre la boca de E.) ¡Toma tu estúpida solución final, si crees que puede servirte de algo!
(H. tose, ahogándose. E. termina de arrancarle la camiseta y hace un lazo con ella.) ¿Recuerdas como germinaban las mandrágoras? ¡Vamos a fabricar una, ratón ridículo! (Echa el lazo al cuello de H. y le introduce la mano por debajo del pantalón. E. ríe. Se cierra el telón. Volvemos a escuchar los gritos desgarradores a alto volumen.)

Acto III
Take the highway to the end of the night
End of the night, end of the night
Some are born to sweet delight, some are born to the endless night
End of the night, end of the night
The Doors

(El escenario es el interior de un vagón de tren, viejo y destartalado. Escuchamos su traqueteo, ya que está operativo y en movimiento. La mayoría de los asientos no están y sólo vemos los trozos de metal que los adherían al suelo, rotos y arrancados. Sólo quedan dos. Hay una puerta automática en el centro y un botón de emergencia hacia la derecha. Algunas de las ventanas están tapadas con cartones, y las demás están totalmente a oscuras o con las persianas bajadas. La débil iluminación consiste en dos bombillas, una a cada lado, cada uno de los cuales también cuentan con una puerta para cambiar de vagón. H. está sentado, dormido, en el asiento de la izquierda. Viste de traje gris oscuro, con sombrero del mismo color sobre las rodillas. Reposa la cabeza en la ventana. Permanece así unos veinte segundos.)
VOZ EN OFF (Átona e impersonal): Próxima estación: Valle de la Vergüenza.
(H. se despierta y mira a su alrededor lentamente. Acaba incorporándose y trata de caminar por el tren, pero se tambalea y cae al suelo.)
H.: Maldita sea... ¿Dónde estoy?
(Vuelve a incorporarse y camina a duras penas hasta el botón de emergencia. Lo oprime.)
VOZ EN OFF: Servicio de emergencia de la línea "Viajando al fin de la noche" perteneciente a "Empresas de transporte subterráneo Gemeine Alraune[2]". Esperamos que disfrute del trayecto. (La voz se corta y el ruido del traqueteo cesa. Suena un pitido y las puertas se abren.
VOZ EN OFF: Valle de la Vergüenza.
(E. entra por la puerta. Lleva un elegante traje de noche negro y va maquillada. Tiene unas páginas en la mano. H. la mira.)
E: Qué razón tenía el que dijo que si hay algo que se pueda decir de un hombre, es que vive de sueños... Tienes todas las razones del mundo para dejarlo correr, mejor dicho, no tienes ninguna para no hacerlo, y aquí sigues, incapaz de perder la consciencia.
H: Hubo otro dijo que los sueños de los hombres no terminan nunca. No voy a rendirme. (Da un paso al frente. Suena de nuevo el pitido, las puertas se cierran y vuelve el traqueteo. H. no puede sostenerse y acaba cayendo al suelo.)
E.: (Ríe.) Estás muy débil después de beberte todo el jugo de mandrágora y sembrar la tuya propia. Después de semejante semilla no debe de quedarte una gota de energía en el cuerpo. (Lo mira. H. no tiene fuerzas para levantarse.) Eres lamentable. Vamos, te ayudaré a volver al asiento. Aunque... (Detiene el ademán.) Estarás mejor en el suelo. Después de todo, estamos dejando atrás el Valle de la Vergüenza. (Se sienta, cruzando las piernas. H. vuelve a intentar incorporarse, pero sigue sin conseguirlo y señala las hojas que tiene E. en la mano.)
H.: ¿Qué es eso? No me digas que...
E.: ¿Las has reconocido? Por lo visto todo lo inalcanzable te obsesiona. Las he cogido de tu escritorio para que todo el mundo sepa tus más íntimos secretos. (Ríe mientras señala al público). ¡Toda una sala llena esperando para oírlos y tú arrastrándote intentando evitarlo! Deberías alegrarte, al fin vas a conseguir causarme algo de placer.
H.: No lo hagas, por favor.
E.: Vamos con el primer caso. (Leyendo.) ¡B.! Esto es lo que le escribiste hace doce meses:
"Quiero besarte y acariciarte. Quemaré toda tu ropa para que en mi presencia siempre estés desnuda, deleitando mi vista y gozando de mis dedos y mi lengua por tu cuerpo. Besarte y morderte los labios y el cuello mientras te enroscas en mi cuerpo como Uróboros, que gimas pidiendo más y darte solo lo que yo quiera, cuando yo quiera. Disfruto viéndote caminar desnuda por mi casa, inclinándote, estirándote. Nunca tendrás frío, me ocuparé de tu cuerpo, descalza tanto en las alfombras más mullidas como en el suelo más helado. No necesitarás sábanas ni toallas, también lo seré yo. Nunca me cansaré de tí, de lamer tu sexo, de penetrarte, de nadar por tus pechos, de anidar en tu boca, de correr por tu pelo. Nunca dejaré de amarte mientras seas mía."
H.: Déjalo ya...
E: ¿Para sonrojarse, verdad? Mejor no hablar del resultado obtenido. Veamos qué más tenemos por aquí... (Pasa la página) ¡M! Con ésta chica tendremos un problema, ya que lo que le escribes es muy largo y aburrido. (Dirigiéndose al público) Para que se hagan una idea, enumera todos los detalles que adora de su cuerpo, interiores y exteriores, para acabar con "Reinas con una perfección que produce rabia al no ser yo poseedor de la dignidad necesaria para aspirar a rozarte, pero que ambos seamos conscientes de ello es el mejor de los placeres." (Larga carcajada) ¡Terrible! Y lo peor es que es cierto.
H: Cállate. No tienes ni idea.
E: (Ignorándole) Hay muchas más, pero tengo otra idea. (Alza una hoja en blanco) ¿Acaso no es esto lo que os causa tanto miedo y placer a la vez a los que escribís? Quiero que me escribas algo a mí ahora mismo. (H. intenta incorporarse, quedando de rodillas agarrado al asiento libre.) Y no digas que no puedes, porque lo harás. Te encuentras rendido a los pies de tu musa, preso en mi mundo del que no puedes ni quieres escapar, porque el dolor que te causo es lo que da sentido a tu vida. Vamos, escritor. Soy lo más inalcanzable de tu vida, esmérate.
H.: De acuerdo, lo haré. (Jadea.) Y después se acabará todo.
E: ¿Que se acabará? (Carcajada. Agarra a H. por el pelo y lo zarandea.) No sabes nada...¡No tienes por qué fingir que todo tiene sentido, que toda esta lucha sirve para algo!.
[3] No terminará nada, porque tu mente se colapsaría si dejases de pensar en mí. Por eso, por tu vulgaridad y tu patética obsesión. Tal como están las cosas, te lanzarías a dentelladas contra el suelo con tal de arrancar cualquier mandrágora que allí creciese. Así que escribe. (Toma la mano derecha de H. La acaricia lentamente y sujeta firme el dedo índice, que pincha con un alfiler y lleva al folio, que deja en el suelo. Tirando de la mano de H, este cae de nuevo al suelo, sobre el folio.) Escríbeme con tu sangre.
H.: Sí... (Escribe. Pasan un par de minutos. E. lo contempla.) Ya está...
E.: Has tardado mucho. ¿A qué esperas? De rodillas, léemelo. (H. obedece con visible esfuerzo.)
H.:
Despiertas y otra vez quiero hacer la revolución en tu cama y declarar la guerra a tu ropa y volver a tropezarme con tu falda enrollada entre el naufragio que muere en el suelo y tu habitación debe de odiarme pues últimamente nuestro sudor esta matando el olor a pino Ambipur y me lanza trampas para que me vaya pero por ahora no puedo hacer eso y corro raudo a tu interior porque volver a estar dentro de ti sabe a salvación y volver a estar dentro de ti y ya van unas cuantas veces en las últimas horas y tu cuerpo por dentro parece una fortaleza y ojalá pudiera quedarme más tiempo algún día mientras arrecia la tormenta pero en este mundo por lo visto no es posible así que salgo y me entretengo escalando la parte superior de tu cuerpo mientras finjo que resbalo accidentalmente una y otra vez hasta que me encaramo sobre tu pezón y agarro los cabellos rubios daneses escandinavos que cuelgan y me abro paso entre tu pelo y creo que se te van a caer las pecas nórdicas y ya me apresuro a procurar que se queden pegadas en tus mejillas con los labios y me empleo en eso un buen rato y el diablo se debe de llevar el alma al salir porque he subido a tu ojo izquierdo y por lo visto debe hacerte gracia porque me golpeas con las piernas desnudas y entonces ahora sí te acaricio con las dos manos repetidas veces y cuando realmente podemos decir que nos volvemos a encontrar las narices después de tanto tiempo y creo que es ahí cuando volvemos a besarnos después de muchas horas y el sabor ha cambiado tras tanto tiempo encerrado como el vino y ahora sabe a despertar y a legañas y puede que yo tenga parte de culpa en eso al haberte chupado antes el ojo pero tu lengua tampoco es que se quede quieta y se venga y está algo más áspera que la vez anterior después de haber dormido y no para de moverse como una serpiente y ahora creo que es verdad que tienes raíces del norte y que en otra vida fuiste vikinga y por eso tu piel es tan blanca que te deslizas desnuda por todos los rincones de la habitación y puedes pegarte al techo y reptar por los cuadros mientras sin darme cuenta me empalmo de nuevo ligeramente y por casualidad y no sólo por ti sino porque suena el disco de Christina Rosenvinge y debo confesarte que todo este tiempo he fingido contigo y te he puesto su cara y su cuerpo y su voz y su piel y lo demás obviamente me lo he imaginado y no miento si te digo que no sé nada de ti y ya no creo que sea necesario saberlo porque debes de ser tan insulsa que con Christina no puedo y contigo sí. (H. se levanta ante E., la cual queda en shock.)
H.: ¿No esperabas este final, verdad? (Golpea con fuerza el botón de emergencia y escuchamos el sonido de una sirena a alto volumen.)
E.: ¿Qué...? ¡No! ¡No hagas eso!
H.: (Gritando para hacerse oír sobre la sirena) Sólo han sido palabras, también lo fueron antes. Pero si con eso es suficiente para hacerte vacilar, lo aprovecharé. ¡Intenta atraparme ahora! (El vagón da una sacudida y las tenues luces parpadean. E. cae del asiento y H. llega trastabillando hasta la puerta de la parte derecha.)
E.: ¿Adonde irás? Esta línea viaja en mitad de ninguna parte. ¡No puedes escapar!
H.: Entonces me voy mucho más lejos, donde esté fuera de tu alcance. (Abre la puerta y desaparece tras ella. E. queda en el suelo del vagón. Las luces se apagan y el sonido de la sirena va disminuyendo.
VOZ EN OFF:
Servicio de emergencia de la línea "Viajando al fin de la noche" perteneciente a "Empresas de transporte subterráneo Gemeine Alraune." Próxima estación: Final de trayecto.
(Se cierra el telón.)

Acto IV
It's never over
My kingdom for a kiss upon her shoulder
Jeff Buckley

(El escenario es un parque en otoño. Hojas anaranjadas en los árboles y en el suelo. En el centro hay un banco de madera pintado de negro, en el cual está sentada E. Ahora está vestida con ropa normal, de calle. Está leyendo un cómic. H. aparece por la parte izquierda, vistiendo el pijama del acto II pero mucho más roto y gastado. Está despeinado y sin afeitar, visiblemente cansado. E. le mira sorprendida.)
H.: Déjame de una vez.
E.: Pero, ¿de dónde sales? ¿Qué te ha pasado?
H.: Como si tú no lo supieras. Después de la noche que me has dado, aún te dignas a aparecer...
E.: Pensaba que ya habíamos dejado eso de lado. (Suspira.) Me incomodas. Y ya que sacas el tema, he pasado la noche... fuera. No tienes buen aspecto.
H.: Claro. Por supuesto. La noche... la noche ha sido... (Camina unos pasos enfurecido hacia el banco, pero se desploma al llegar y cae al suelo.)
E.: ¡H! (E. hace ademán de inclinarse a ayudarlo, pero H. la rechaza extendiendo el brazo frente a ella.)
H.: No te acerques a mí. No me toques nunca más. Te... (Sufre una convulsión y se agarra la cabeza con las dos manos.) ¡Argh!
E.: Ya veo. ¿Has vuelto a dormir con la botella. verdad? Creí que te dejaba peor, pero siempre vuelves a caer.
H.: Bien lo sabes tú... Joder, claro que sí. Venenosa y curativa a partes iguales. Te maldigo.
E.: Oye, respétame. Que no pueda darte lo que quieres no significa que no quiera ayudarte. Pero tú me odias, y me haces daño así. ¿Crees que no me duelen las miradas llenas de rencor que me lanzas? Echo de menos llevarnos bien como antes. Me das miedo, maldita sea. Pensaba que si nos distanciábamos ibas a dejar de echármelo todo en cara, pero...
H.: No... si en el fondo lo sé. (Tose.) Sólo quiero que salgas de mi cabeza, porque me estás matando.
E.: ¡Pero yo no tengo nada que ver con eso! Todo lo tienes ahí dentro.
H.: (Susurrando) ¿Y... y crees que no sé eso también? Pero te sigo necesitando aunque no sea de verdad, joder. (Agacha la cabeza.) No me va bien borrarte sin más, ni puedo hacer eso.
E.: Yo tampoco. No me gustaría... pero tampoco me gusta cómo estamos ahora.
(H. extiende los brazos. E. lo ayuda a incorporarse y termina abrazándolo para sentarlo a su lado en el banco. Permanecen así.)
H.: Eres como si... Me vino una imagen el otro día a la cabeza. Ojalá dibujase mejor... Imagínate a Batman con su traje frente al espejo de su cuarto de baño. Se ha quitado la máscara. En sus manos hay utensilios de maquillaje, y amontonados en el lavabo sprays de pintura. Se ha pintado toda la cara como el Joker, blanca, roja, negra, y teñido el pelo de verde. Torpemente, mal, en un ataque de locura...
E.: Porque lo necesita para no volverse loco del todo. Necesita apoyarse en su némesis para sentirse vivo, para tener una meta. ¿Eso soy yo para tí? ¿El mal soportable?
H.: Mucho más que eso. El mal necesario.
E.: Gracias, supongo... (Imitando al Joker.) ¡No tienes por qué fingir que todo tiene sentido, que toda esta lucha sirve para algo!

(H. la aparta de un empujón y se levanta de un salto.)
H.: ¡Aléjate de mí! Lo sabía.
E.: ¿Por qué has hecho eso? Yo...

H.: Venga ya, deja de aferrarte. Deja de intentarlo, porque se tiene que acabar. Diablos, tenía que haberse acabado al primer aviso. Todo lo que ha venido después ha sido una estupidez que no hace más que amargarme la vida. (La señala acusadoramente.) Te lo habría dado todo. TE LO DÍ TODO, JODER. No finjas no saber todo el tiempo que sacrifiqué por una esperanza. Una ESTÚPIDA, FRÁGIL y PUTA esperanza. Un millón de deseos que habría cambiado sólo por sentirte una vez, y todo eso desapareció de repente. ¿Tu misterio? ¿Dije que necesitaba tu misterio? Claro que sí, pero tu misterio desapareció cuando revelaste tu verdadera cara y me diste la espalda.
E.: H., lo siento...
H. ¡CÁLLATE! Se tiene que acabar, y se va a acabar, y te voy a ganar. Te gané esta noche y me la he pasado entera huyendo de tí a través de no quieras saber cuántos lugares siniestros que no se acabaron hasta que salió el sol y te convertiste en piedra. Te he ganado, así que desaparece. Ya no me importa seguir sabiendo que disimulas porque te mueres por que alguien te incendie por dentro, y eso es lo que te mata.

E.: Ya me voy... (Con un nudo en la garganta.)
H.: Nunca más voy a escapar, ya estoy cansado. Te destierro de mi vida, ¿lo entiendes? Es la última flecha que disparo. Ya no te necesito. Estoy mejor sin tí, ¿no lo ves? ¿NO LO VES?
E.: Tranquilo, H. (Entre lágrimas.) Ya me voy. (Se levanta y camina hacia el lado derecho del escenario hasta desaparecer.)
H.: Vuelve al sitio de donde nunca debiste... (Siente otra convulsión y cae al suelo entre gritos. Se cierra el telón.)


Acto V
Y después se hizo el silencio y el silencio fue a parar
a una especie de pesada y repartida soledad,
y la soledad dio paso a un terror que hacia el final
nos mostró un mundo del que ninguno quisimos hablar.
Nacho Vegas

(El escenario es de nuevo la consulta del Dr. Rimunades. Sentado en el sofá sin mirar a H. tumbado en el diván, ya arreglado y con la misma ropa del primer acto.)
H.: Fue agotador, ¿sabe? Todo ese rencor saliendo. Pero valió la pena.
RIMUNADES: Ya veo. ¿Qué ha sido de ella?
H.: ¿Cómo quiere que lo sepa? Hice eso para no tener que verla nunca más, y procuro cumplirlo. Además, ¿no era usted el que decía que sólo le interesaba hablar de las personas que se encontrasen en su consulta?
RIMUNADES: Intentaba encontrar algún punto interesante de su historia, no se moleste. Entonces podemos decir que el jugo de mandrágora funcionó. ¿No es así?
H.: ¿Se refiere a ésto? (Saca la botella de dentro de su chaqueta y la sostiene en alto. Apenas le queda un poco de contenido.) Por favor, no vuelva a recetarle esto a nadie. Produce las peores alucinaciones, Al menos eso quiero creer. (Deja la botella en el suelo.)
RIMUNADES: De acuerdo con su relato de la experiencia en el tren, parece lo más plausible. Pero sin ello no habría encontrado el valor, por llamarlo de alguna forma, para decirle a esa pobre chica lo que le dijo.
H.: Lo que sea, pero jamás volveré a beber nada semejante. No quiero volver a ese horrible mundo donde ella hace lo que quiere conmigo. Sabe... me humilló delante de toda una sala llena de personas que nos estaban mirando. Tenía cosas íntimas que usó en mi contra.
RIMUNADES: Propio de un ser abyecto y cruel, desde luego. (Lanza una mirada cómplice al público.) Bien, entonces, ¿qué es lo que ha aprendido?
H.: Que debemos preparar a las nuevas generaciones. Enseñarles a considerar la posibilidad de que el amor no sea suficiente para salvarles. Casi me cuesta la vida, pero yo lo he aprendido y ahora soy una persona nueva. He vuelto a cumplir los plazos de entrega, no he vuelto a beber por las noches ni ella ha vuelto a visitarme.
RIMUNADES: ¡Oh, misericordia!
H.: También he aprendido a no obsesionarme con algo que no conduce a nada y a no quemar mis esperanzas en ello, porque puede resultar fatal. Hay que ser cauto y actuar racionalmente ante todo. Y no hay que arriesgarlo todo por nadie, porque nadie lo hará por nosotros. Al fin y al cabo, es sólo una relación emocional intensa que se acaba. Se acaba, y el sol sigue saliendo, la gente sigue sin tener ni puta idea de música y el puerto sigue al lado del mar. La vida debe seguir, y lo hace. Si estás vivo, tienes que jugar. Sólo tengo algo que me molesta...
RIMUNADES: Dígame.
H.: No he vuelto a escribir una línea medianamente decente. Es como si me faltara su chispa para inspirarme, como antes lo hacía. Me preocupa no volver a ser el de antes. Antes no dudaba de mi talento, sólo del criterio de los demás. Ahora, por primera vez, dudo. Y tal vez, si ella...
RIMUNADES: También puede buscarse un trabajo de verdad.
H: ¿Qué quiere decir?
RIMUNADES: Que ahora que ha conseguido librarse de su obsesión, podría empezar a ponerse serio ante la vida. Ya sabe, asumir responsabilidades que antes no podía hacer. Estudiar una carrera, el coche, trabajar de sol a sol, cuidar las relaciones sociales y familiares, forjarse una reputación, cuidar su salud, hacer algo por los demás. Esas cosas que todo el mundo hace. En fin, señor H. Lo veré la semana que viene. Tengo que irme a recoger a mis nietos del aeropuerto. (Se levanta.) Le acercaría de paso al centro, pero es pronto para una terapia tan vertiginosa, me temo. (Se pone el abrigo, coge el sombrero y el paraguas y sale de la consulta.)
H.: Claro, doctor... Muchas gracias. (Se cierra la puerta. H. mira a su alrededor, fija la vista en la botella y tras unos instantes la coge. La abraza y se acurruca en el diván. Vuelven a sonar los gritos desgarradores. Se cierra el telón.)

FIN

Imagen de portada: "Embrace", por Laurie Lipton

La próxima vez lo haré mejor. Eso es lo único que merezco dedicar.


[1] Antidepresivo.

[2] Nombre alemán para Mandragora Autumnalis.

[3] Alan Moore, "La broma asesina"

jueves, 9 de septiembre de 2010

Quisiera decir algo

La escasa actualización de este blog, que cuatro años después de su creación no ha conseguido el objetivo que buscaba, se debe a que sólo publico los escritos que no forman parte de mi novela en curso. Y estos se reducen al guión y artículos anuales para el concurso que no dejo de ganar año tras año porque necesito dinero para irme a Barcelona a ver algún concierto de la vieja gloria de turno y hacer turismo por una ciudad que me atrae tanto.

Pero no era esto lo que quería decir. En realidad, los guiones teatrales que tanto ganan no hacen sino demostrar mi absoluto desconocimiento del mundo del teatro y el menor interés por solucionarlo. No son más que adaptaciones a dicho formato de historias que pasan por mi mente con mucho componente de martirio, confesión y ficción autobiográfica. Y sobre todo, como me gustaría que fueran las cosas, exageradas, antiguas, atemporales, vistosas, oscuras, decadentes... como ya he dicho, ficción. La defensa de su existencia y la lucha por expandirla es el motivo por el que escribo, y escribo por ansiedad.

Queda mejor llamarlo angustia existencial, y es verdad. Hay mil razones por las que uno escribe, y todas son válidas. Pero la angustia existencial la sentimos todos. Las demás (rabia, frustración, deseo, necesidad de contacto, necesidad de compasión, búsqueda, sensación de pérdida, sueños, mostrar admiración, dedicar cariño, recordar, superar, criticar, declarar la guerra, crear afinidad, egocentrismo, ansia de éxito, desahogos, hacer dinero, amor), todas se reducen a la propia expresión, y el objetivo final no es otro que la comprensión mutua con otras personas. No hay tal cosa de mayor importancia que esa en el mundo.

Nos expresamos para conectarnos con otras personas y sufrimos porque no lo conseguimos, o porque no agradamos a las personas que deseamos y agradamos a las que no deseamos. Y nunca es suficiente, o no lo es por el tiempo necesario. Ese es el motivo de todo. Por eso nos abrimos blogs y escribimos lo que llevamos dentro, o lo que creemos que nos va a dar la mejor imagen para conocer a las personas -esperemos- más afines a nosotros o a como nos gustaría ser. Pero eso tampoco funciona, porque la afinidad inicial no pasa de ahí. En la vida real y aquí, estamos condenados a no encontrar a quien idealizamos e idealizar a quien encontremos que nos acepte, porque es mejor que nada. Conformarse y pensar que es lo mejor de lo que había. No. Es lo mejor a lo que podemos aspirar.

Y al final, da lo mismo. Nadie puede calmar esa angustia ni impedirnos volver a la ficción como refugio contra el mundo real, porque eso es lo que es. Una evasión en la que nos llenamos la cabeza con cosas como justicia, intriga y relaciones como mayores problemas para evitarnos hacer frente ahí fuera a la necesidad de progresar en la vida, tener un coche, un trabajo, una posición social y demás Maslows. Porque aquí duele menos hundirse.

Me gustaría pensar que alguien interesante va a leer esto y por querer saber más de mí va a visitar mi novela en construcción. Por mucho que lo repita no va a hacerme mejor. No soy, en terminos reales, estadísticos y objetivos, más merecedor de atención por estar escribiendo una. La mayoría de la gente que lo hace en serio lo menciona mucho menos y le dedica mucho más tiempo, porque no tienen esa necesidad de atención que yo siento. Y esa necesidad de atención es lo que repele a las personas que me interesan. Y además, la novela no es demasiado brillante. Sólo hay destellos ocasionales. Pero vivo para escribirla y el puerto sigue al lado del mar.

Esta incapacidad de influir agota. Pese a ello, creo que una obra de ficción ha cumplido con su cometido cuando personas que no tienen nada en común se reunen en una terraza al sol con sus vasos y hablan de ella. Me gustaría conseguir eso. Y que sea importante para alguien. Dará igual que no sea a nadie de "mi lista fantasiosa de personas interesantes" (que no lo será). Sólo por ello tendrá mi gratitud. Después de todo, gustar es lo que perseguimos para saber que sienten por nosotros lo mismo que nosotros sentimos por las cosas que nos gustan.

Y a mí me gustan muchas cosas. Escribir, el mar, las canciones de piratas, los bosques y montes, las catedrales, la mayoría de las ciudades, los trenes, algunas de mis amigas, los capítulos buenos de los Simpson, el cine de Akira Kurosawa, las callejuelas ancladas en otro tiempo, los sueños, las buenas amistades, el orujo de la sierra, el badminton, la buena música, las cabañas nevadas con chimenea encendida, cualquier tipo de buen cómic, Catalunya, Euskadi, Castilla, Andalucía, Cantabria, Plymouth, las series de HBO, la gente que va sola a los conciertos, los videojuegos con historia como el primer Mafia, la cerveza, las tormentas y este blog.

domingo, 17 de enero de 2010

Leyenda propia (Nuevo guión a concurso)

LEYENDA PROPIA

“Oh, the wind, the wind is blowing,
through the graves the wind is blowing,
freedom soon will come;
then we'll come from the shadows.”

Leonard Cohen


(El escenario es una posada con barra y una gran mesa en el centro.Sillas y taburetes. Estanterías de botellas tras la barra. Una ventana por la que se ve oscuridad. Un portón en la parte izquierda.Un rincón en sombras en la parte derecha, donde se atisba la forma de una mesa pequeña. La luz es tenue. Drake está tras la barra. Es un individuo de avanzada edad, con melena gris pero cabeza descubierta, y un parche en el ojo derecho. Viste camisa blanca con chaleco negro y está contemplando la ventana. Un relámpago destella tras el cristal y poco después escuchamos el trueno. Se prolonga fuerte unos segundos.)

DRAKE: Tormenta, justo lo que necesitaba. Pronto, esta posada se llenará de viajeros, unos indeseables y otros de los que me reservo a opinar más allá de admitir cierta expectación. (Echa un trago de una botella). Pensándolo bien, estarían más seguros ahí fuera bajo la lluvia que aquí dentro. No creas que desconozco tu presencia, Miss Schaden.

(En el rincón oscuro situado en la parte derecha, vemos fluir humo de tabaco. No se ve, por las sombras, a la figura que se supone está sentada a la mesa fumando.)

MISS SCHADEN(Voz femenina): No lo dudo, mi estimado Drake. Aciertas en pensar que cualquier visitante estaría a salvo ahí fuera bajo la tormenta en comparación con lo que le espera si decide guarecerse aquí, pero no me culpes a mí de ello. (Risa.) O no solo a mí, al menos. Los demás se despertarán y bajarán si los truenos quieren.

DRAKE: ¿Y no es eso lo que deseas? ¡Podrías salir a la tempestad a que te partiesen los rayos! Aunque mucho me temo que serían ellos los que corriesen esa suerte.

MISS SCHADEN: No pongas tantas trabas al destino, que ni siquiera tu verborrea canalla deudora de ron podrá impedir que algunos incautos nudillos llamen a esta puerta. Es inevitable, si estás al tanto de los acontecimientos recientes por los alrededores de esta zona. A, dicen, ha matado a B y ahora tenemos un montón de Cs ahí fuera que se han lanzado a la caza de A.

(Tres golpes suenan con fuerza en la puerta.)

MISS SCHADEN(Risa): ¡Ya tenemos un C! ¡Vamos, ve a liberarle de las inclemencias del tiempo y deja que le consuman las inclemencias del destino!

DRAKE: Te maldigo, puta del averno. (Se dirige hacia la puerta.)

MISS SCHADEN: ¡Tampoco debes apresurarte tanto! Déjame disfrutar un momento de su espera anhelante mientras teme por su vida, y llena mi copa de tu mejor whisky para deleitarme doblemente. (De las sombras emerge una mano sujetando una copa).

DRAKE(Entre dientes): Como desees. (Coge una botella del nivel más alto de la estantería a sus espaldas, se dirige al rincón y sirve la copa mirando al suelo).

MISS SCHADEN: (Risa). Está bien, ya puedes abrirle.

(Drake abre el portón y Milhaven Netley entra muy deprisa. Está empapado. Drake cierra el portón. Netley es un hombre gordo de mediana edad con abrigo largo, boina y gafas redondeadas. Carga una escopeta al hombro. Tiene aspecto de cazador.)

MILHAVEN NETLEY: ¡Gracias, mil gracias por dejarme entrar! Creía que me iba a arrastrar el diluvio de ahí fuera. (Se quita el abrigo y la boina, dejándose la escopeta al hombro. Drake los coge y los cuelga de la pared.) Espero no molestar, pero me ha parecido tan acogedor ver esta posada entre los árboles cuando me daba por perdido… ¿Porque es una posada, verdad?

DRAKE: La “Posada de la Desolación”, para servirle. Ese es su nombre de noche y de día si es que alguna vez logra llegar el amanecer hasta aquí. Si desea comer algo, estoy a punto de servir la cena. Puede ir tomando asiento.

MILHAVEN NETLEY: ¡Menudo nombre le han puesto! Pero me suena bien eso de la cena. (Se sienta a la cabecera de la mesa.) Tomaré…

MISS SCHADEN: ¿No has escuchado a Drake? Ha dicho que va a servir la cena. Tomarás lo que tomen todos, que será lo que se sirva. (Risa.) Bienvenido a tu primera desolación.

MILHAVEN NETLEY: Uh… Está bien, no me importa.. No la había visto, señora. Me llamo Milhaven Netley, encantado de conocerles.

DRAKE: Yo soy Drake y ella es Miss Schaden. También está encantada de conocerle.

MISS SCHADEN: (Risa.)

DRAKE: No se preocupe, tengo al fuego una gran cacerola de estofado de carne. Voy a llamar a los huéspedes para que bajen a cenar. ¿Quiere beber algo mientras tanto, señor Netley?

MILHAVEN NETLEY: No me vendría mal una copa de whisky para entrar en calor.

MISS SCHADEN: Al menos tienes buen gusto en eso. Y por la forma en la que no puedes apartar la vista de mí aunque no puedas distinguirme, diría que también tienes buen gusto en mujeres. (Risa.)

MILHAVEN NETLEY: Uh… solo miraba el humo, Miss Schaden.

MISS SCHADEN: (Risa) Sírvele el mismo que a mí, pero en vaso.

(Drake la mira con mala cara, pero vierte el contenido de la botella en un vaso de cristal y lo sirve delante de Netley.)

DRAKE: No nos quedan copas limpias, señor Netley.

MILHAVEN NETLEY: Está bien así. (Bebe.)

DRAKE: Volveré en unos instantes a prepararlo todo. (Desaparece por el lado derecho, pasando junto a Miss Schaden).

MISS SCHADEN: Y bien, Milhaven Netley… ¿Qué hacías tú perdido de noche por éstos parajes? ¿Buscabas algo o a alguien? Seguro, con esa escopeta que llevas. ¿Caza nocturna?

MILHAVEN NETLEY: Lo ha adivinado. Vengo de la capital al norte de aquí, la última de la civilzación antes de adentrarse en este bosque. He conducido decenas de kilómetros hoy por caminos de tierra, hasta que una de las ruedas ha reventado. Llevo varias horas caminando en la oscuridad bajo la nieve a través de éstos árboles, hasta que he visto la luz de esta posada. No puedo expresar lo que sentí al distinguir la llama a través de la ventana, Miss Schaden. Tengo tanta gratitud que demostrarles que no me importaría comer clavos esta noche.

MISS SCHADEN: Ten por seguro que tendré eso en cuenta, querido Netley. (Risa.) Pero me interesa más el objeto de tu caza. ¿No ha habido un crimen en la capital? Tienes toda la pinta de ir tras el asesino.

MILHAVEN NETLEY: Es usted muy lista, Miss Schaden. Hace una semana, un malnacido mató a la directora de una de las sociedades más conocidas e importantes del país y se dio a la fuga, adentrándose en este bosque. Muchos salimos juntos en su busca confiando en que encontraríamos su rastro sin dificultad, pero en el corazón del bosque la cosa fue diferente.

AKIRA WATANABE (Fuera de escena): El encrucijado laberinto del bosque de las telarañas. Esa fue tu desolación. (Akira Watanabe y Lisa Day aparecen por el lado derecho del escenario. Akira es un samurai alto de kimono azul oscuro, constitución fuerte, mirada muy seria, pelo negro y barba de tres días, rondando la cuarentena de edad. Lleva una katana envainada atada al cinturón. Lisa Day es una chica joven, sobre la veintena. Esta envuelta en una manta a cuadros escoceses, tiene el pelo anaranjado y pálida la piel. Parece cohibida. Se sientan a la mesa, Lisa de espaldas a la barra y Akira en la otra cabecera enfrente de Netley. Drake aparece con una humeante cacerola que coloca en el centro de la mesa.)

MISS SCHADEN: Drake, si sabes que merezco algo mejor que ese estofado, ¿por qué no me has traído aún la carta de tus menús especiales? A no ser que quieras que me muera de hambre esta noche. (Risa.) Y créeme, no quieres.

DRAKE: Déjame terminar aquí, y te trataré como mereces.

AKIRA WATANABE (A Netley): No tiene agallas para tratarla como realmente se merece.

DRAKE (Colocando los platos y cubiertos para los tres comensales, dirigiendose a Akira.): Aplícate eso a ti mismo y hazte el harakiri de una vez.
AKIRA WATANABE: Ciertamente tu presencia me obliga a tomar tal decisión. Si vuelvo a encontrarme contigo frente a frente, no tendré más remedio que hacerme el harakiri... en dirección contraria.

MISS SCHADEN: (Risa.)

DRAKE: Tu sucia lengua de cazarrecompensas desterrado debería volver al bosque, tendría más utilidad.

LISA DAY: Por favor, dejadlo. (Con un hilo de voz y la vista fija en la mesa. Drake sirve el estofado en los platos y cuando acaba se retira a su posición tras la barra, mirándoles atentamente.) Señor, él es Akira y yo me llamo Lisa. Siga contándonos su historia, es muy interesante.

MILHAVEN NETLEY: Encantado… Como les estaba contando, en el corazón del bosque perdimos el rastro por completo. Ante nosotros se abrían muchos senderos distintos, de gloria y de traición, así que nos separamos yéndonos cada uno por el que elegimos. No sé cómo les habrá ido a los demás, pero mi sendero resultó ser mortal para mi coche, que no ha podido más. La nieve ha estado cerca de acabar conmigo, pero la luz de esta posada…

MISS SCHADEN: Empiezas a repetirte, Netley. Háblanos del crimen.

(Todos van comiendo gradualmente del estofado.)

MILHAVEN NETLEY: Caray, esta cena está de muerte. Bien, hablaré de la víctima. Se llamaba Loretta Cadillac y dirigía una sociedad contra el robo, el saqueo y la expropiación de bienes ajenos. Una especie de nueva policía, pero mucho más brutal y efectiva. Se creó hace algunos años, pero acaba de subir al poder a nivel nacional instaurando una serie de leyes rígidas que castigan a los ladrones. No negaré que era impopular para mucha gente, pero su intervención era necesaria ante todo el saqueo que estábamos sufriendo en los últimos años.

AKIRA: ¿Saqueo? Resulta evidente tu falta de objetividad. ¿Qué es lo que estaba siendo robado? ¿Cosechas, tiendas, combustibles? ¿Contrabando?

MILHAVEN NETLEY: Mentiras.

LISA DAY: Ficción.

MILHAVEN NETLEY: Productos hechos de mentiras. Pasatiempos. Noveluchas. Fantasías de enfermos para controlar a la gente. Cine intelectualoide que nadie entiende. Filosofía barata para los que se dan de sabios. Basura, en definitiva.

LISA DAY: Cultura.

MILHAVEN NETLEY: Toda para ti, bonita. El saqueo es ilegal, sea de lo que sea. Los ingresos que se perciben por su venta y que se dejan de percibir cuando se roban están dejando temblando la economía del país. Debemos perseguir hasta la muerte a estos piratas que se aprovechan del trabajo de otros, y más cuando se trata de engañabobos tan fraudulentos como la basura que tú llamas cultura. Lo que gocé al ver las montañas de fuego que hicimos con todo eso no lo entenderás jamás.

LISA DAY: Bastardo miserable.

MISS SCHADEN: (Risa.) Déjale acabar, Lisa.

MILHAVEN NETLEY: Vigila tu lengua, niña. No eres muy distinta del hijo de puta que mató a Loretta Cadillac de una puñalada en el corazón, en su propia habitación en la sede gubernamental y se dio a la fuga. El príncipe de los ladrones. Un villano de la peor ralea. (A Akira.) Según he entendido antes, eres un cazarrecompensas. ¿Por qué no me ayudas a encontrarlo? El jefe dijo que quien vuelva con su cabeza vivirá en la fortuna el resto de su vida.

AKIRA: Ya estoy contratado por otra persona para esa misión.

MILHAVEN NETLEY: Vaya, eso es genial. Para que os hagáis una idea de cuán ruin y deleznable es ese criminal, dejó una carta junto al cadáver de Loretta. Os la leeré, no tiene desperdicio y entenderéis por qué debe ser encontrado y ajusticiado.

MISS SCHADEN: Oh, sí, léenosla. (Risa) Ardemos en deseos.

MILHAVEN NETLEY (Sacando un papel del bolsillo y sujetándolo ante sí): “He nacido en el año de la miseria, pero lo que estoy viendo este año pulveriza cualquier récord. Las personas viven sus vidas expuestos a la destrucción y no les importa nada de nada. No es que vaya a haber un ataque nuclear, ni mucho menos. Vivís en paz con su propia miseria y en guerra con la de los demás, y eso me saca de quicio. Crueldad es lo que os hace falta. Más crueldad y más amargura en vuestras vidas, y no volveréis a ser tan ruines con vuestro prójimo. Lo sé, porque lo he comprobado. No tenéis derecho a cortarnos el acceso a la ficción, hijos de puta. Va más allá de lo que podáis entender. No tenéis ningún derecho a lucraros de lo que no os pertenece, de quitarle a la gente lo poco que le queda para pensar, para disfrutar y para imaginar por ellos mismos. Otra vez tergiversáis la palabra “villano” para acusarnos y glorificaros. Sois unos insensatos con el corazón oscuro, la lengua fácil y el cerebro goteante. Yo no tengo el corazón oscuro. Puede que no todos los sentimientos que tenga dentro sean buenos, pero los tengo todos claramente identificados. Para mí, un corazón oscuro es el que no se aclara con lo que lleva dentro en ninguna dirección, y eso nunca es bueno. Hay que tener claras las ideas, los pensamientos, y los sentimientos en todo momento. Y la única forma es el conocimiento y la experiencia. Y vosotros queréis acabar con todo eso, pero no estamos dispuestos a permitirlo. Hacéis piras con libros, cerráis los cines, sustituís la música por monótonas marchas militares. Todas vuestras emisiones televisivas avergüenzan al intelecto, así como vuestros intentos de control mental. Os diré algo: no se le pueden poner puertas al mar. Escuchadlo mientras os fundís en el magma vulgar de los tiempos modernos. Vuestros patéticos intentos de realizar las distopías de Orwell, de Bradbury, de Huxley… voy a hacerlos pedazos en un minuto. Loretta Cadillac, el anticristo de la estupidez, de la dominación, de la avaricia, del régimen totalitario, del pensamiento único, del extremismo político, en resumen, toda una puta arpía ladrona del mayor legado de la humanidad… aquí la tenéis, con la daga de la justicia hundida hasta el mango en su negro y codicioso corazón. La envenenada sangre que brota de él corroe la alfombra, y yo me dispongo a huir de aquí retándoos a salir en mi busca a través del bosque de las telarañas. ¿Es delito el asesinato? Definitivamente sí, y merezco arder en el infierno hasta el final de la eternidad. Pero, ¿de verdad pensábais que íbais a saliros con la vuestra? ¿Qué nadie iba a rebelarse ante vuestro fanático robo del tesoro ante los ojos del pueblo? Siempre hemos compartido la cultura, y vamos a seguir haciéndolo. En el fondo, debo agradecéroslo. Cuantas más medidas contra ello adoptéis, más nuevas formas a favor de ello crearemos. No podéis controlar lo que no os pertenece. Porque el arte es un regalo continuo que la humanidad se ha hecho desde la noche de todos los tiempos y nunca ha de perderse esa tradición. Es el mayor legado para calcular la verdadera medida de un hombre, su mente, y su capacidad para expresarse. Si no tenemos eso, ¿qué nos queda? ¿Qué puede demostrar la historia que no se sepa ya? Sí, soy un asesino, pero lo he hecho por el bien de todos. Matadme y me haréis eterno. Os habéis metido con un enemigo mucho mayor que vosotros, aquel que teméis y no podéis controlar. Si hubiéseis hecho las cosas bien desde un principio, no habríais tenido que recurrir a esto. Os espero al final del bosque de las telarañas. Daos prisa, hijos de puta. No tengo todo el tiempo del mundo, pero el arte sí. Es algo más atrevido que la ignorancia y más infinito que la estupidez humana. Y no lo dejes suelto, que se apodera del mundo. ¡Maldita sea! ¡¿Quién coño os creéis que somos?!” (Netley termina acalorado y jadeando.)

MISS SCHADEN (Se ríe estruendosamente mientras aplaude.): ¡Es la mejor jodida carta que he leído nunca!

(Akira ríe, sin disimularlo ni exhaltarse. Lisa sonríe. Drake permanece impasible, observándolos.)

MILHAVEN NETLEY: No entiendo por qué sonreís. Acabo de leeros la carta de un despreciable asesino, de un ratero que roba a manos llenas y mata a personas. Y no es más que un prepotente pagado de sí mismo con demasiados delirios de grandeza. ¿Ficción? ¿A quién le importa semenjante hatajo de mentiras? No le veo la utilidad a semejante invento.

AKIRA: Netley…

MILHAVEN NETLEY: Es una estupidez. A éstas alturas deberíais haberos dado cuenta de que toda esa gente que trafica con eso no son más que perturbados con una evidente pérdida de realidad que necesita alimentarse de esas mentiras para sentirse mínimamente vivos por dentro. Y lo peor es que se lo creen, creen en todo ese universo que les hunde más y más en su fantasía y les hace robar a manos llenas para contagiar a otros, ya sea con “El señor de los anillos”, “Ivanhoe” o “Mi primera experiencia lésbica completa”.

AKIRA: Netley…

MILHAVEN NETLEY (Echando mano de su escopeta y levantándola con un brazo mientras sigue sentado.): Así que no descansaré hasta darle muerte, tenga que pasar por encima de quien tenga que pasar. (Vacía su vaso de whisky de un sorbo.) ¡Otra ronda, señor Drake! (Drake se acerca y deja la botella. Vuelve a retirarse a su lugar tras la barra.) Y si tú (señala a Lisa) eres una de esos ladrones alienados, no te cruces en mi camino porque te ajusticiaré igual que ajusticiaré al asesino de Loretta. (Da un largo trago a la botella, dejándola por la mitad.)

AKIRA: ¡NETLEY! (Netley se sobresalta y deja la botella.)

LISA DAY (Con un hilo de voz): Tranquilo, Akira.

AKIRA: Está bien, lo haremos a tu manera. (Coge la botella.) Relájate, Netley, quiero enseñarte una cosa. Después nos iremos juntos a buscar a tu asesino.

MILHAVEN NETLEY: Está bien eso. (Vuelve a colocarse la escopeta en el hombro y parece tranquilizarse.)

AKIRA: Netley, esta botella contiene el océano. (Alzándola.) No un océano, no un mar. Contiene EL mar. EL océano. Ahora, voy a intentar hacer magia. (Coge un vaso vacío.) Ahora vuelco el océano en un recipiente que lo exige todo para sí. (Lo hace hasta que el vaso rebosa y el líquido se esparce por la mesa, vaciando totalmente la botella.) ¿Lo ves?

MILHAVEN NETLEY: ¡Has desperciado el whisky, estúpido!

MISS SCHADEN: (Risa.) (Sútil pero rápidamente, Akira desenvaina su katana apoyando la punta en la garganta de Netley.)

AKIRA (Con calma): Si vuelves a abrir la boca, te mato. Lo que te estoy intentando explicar, ignorante conformista, es que no se le pueden poner puertas al mar. Y en este caso, el mar es el océano más infinito. A mí, sinceramente, no me importáis ni tú ni Loretta Cadillac y su séquito de soldaditos pirómanos, ni que limitéis el acceso a la cultura por intereses económicos, egoístas y estratégicos. No me importa, porque sé que ese modelo no puede prosperar. No soy un gran aficionado a la lectura. No tengo oído para la música y la última vez que salí de un cine fue hace más de cuarenta años, más o menos cuando ojeé mi último cómic. Pero sé que sin esas cosas la vida sería un error, y no existe nadie con el derecho a cercenar esa libertad de la gente para disfrutarlas y, a veces, aprender cosas y pensar por sí mismos. Repito, nadie. Y está bien que haya alguien que se encargue de recordároslo, aunque haya tenido que ser por medio de la sangre. Es un mal menor si el pueblo reacciona ante vuestro metálico régimen, y lo hará. Pero como digo, esto no me atañe en demasía. (Suelta la botella vacía y se saca un saquito del bolsillo.) Me han pagado por encontrar al asesino y matarlo, sí. Pero es que ha sido el propio asesino el que lo hizo, cuando partió de aquí en dirección al palacio gubernamental con un puñal negro colgando de su cinturón.

MISS SCHADEN: Tenía un aspecto muy peregrino, sin duda. Altamente sensual de alguna forma, ¿verdad, Lisa? (Risa.)

LISA DAY: Brillaba más que nunca, antes de desaparecer… (Sonríe tímidamente.)

MILHAVEN NETLEY: Pero… ¡Lo sabía! ¡Estábais todos compinchados! Os… (Akira aprieta ligeramente la punta de la katana contra el cuello de Netley y este se calla.)

AKIRA: Escucha, si tanto pareces apreciar la vida. El asesino sabe que soy un cazarrecompensas y que soy de los mejores que hay por esta región. Sabe que tras matar a Cadillac muchos perros gubernamentales como tú se van a lanzar a la caza, y que mis servicios serían requeridos para perseguirlo. Y si eso pasa, es seguro que daría con él y que tendría que matarlo. Y aún teniendo eso en cuenta, me contrató para perseguirlo y darle muerte, pero también para algo más. Me pagó por tomar la libre decisión de acabar o no con su vida, en base a mis ideas y forma de pensar respecto al asesinato y a todo este tema que estamos debatiendo alegremente. Odio a los asesinos, y mi trabajo es rastrearlos y matarlos porque si no no podría pagarme cenas como esta, por ejemplo. Es mi sustento. Por eso, cuando soy contratado encuentro y mato, sea quien sea el objetivo. ¿Entiendes? Para mí es algo tan sencillo, blanco y negro en términos absolutos. Pero esta vez, me han pagado por tomar una decisión propia respecto a mi ocupación. (Retira la katana del cuello de Netley, que se aparta sobresaltado.) Ea, vayamos fuera. Quiero encontrarlo, al fin y al cabo. Nunca he hablado tanto tiempo seguido sobre nada ni nadie como ahora y me ha despertado la curiosidad. Tengo ganas de decirle algo.

MILHAVEN NETLEY: Uh… ¿Así, sin más? ¿Nos vamos? ¿A por él?

AKIRA: Sí… (Poniéndose en pie) Cuando lo encuentre, si no lo han encontrado antes, le devolveré el dinero. No voy a cobrar por este trabajo. No sé si haré algo más. Levántate, Netley. No necesitas la escopeta. Si vienes conmigo estás a salvo, y si lo matamos o no será decisión mía. Ah, ¿no es genial esto? La duda, la incertidumbre. El misterio de cómo va a acabar todo, los senderos oscuros del bosque de la traición, lanzarse en pos de la aventura.

MILHAVEN NETLEY (Poniéndose en pie y dejando a un lado la escopeta, se pone el abrigo y la gorra.) No, no es genial. Es una mierda. ¿Para qué tanta incertidumbre? Prefiero saber lo que pasa y pasará aquí, ahora y después. ¿Dónde iba a ser bueno ese desconocimiento y que te ciegue el misterio?

AKIRA: En la ficción.

MISS SCHADEN: (Risa.) Hasta la vista, Netley. Ten cuidado al salir, que no lo habrás visto antes por la nieve y la oscuridad, pero la posada está situada al borde de un acantilado.

MILHAVEN NETLEY: Uh…. ¿Así que he estado a punto de matarme al llegar aquí? Pensaba que era un lugar de salvación. (Dirigiéndose a la barra) Cóbreme la cena, señor Drake.

DRAKE: No se preocupe, está invitado. Hasta la vista, señor Netley.

MILHAVEN NETLEY (A Lisa.): Pensaré en usted cuando demos con él, señorita. Estoy seguro de que…

LISA DAY (Interrumpiéndolo con su tímida voz.): Tras llevar un buen rato escuchándole hablar, tengo la firme creencia de que no tiene usted la menor idea sobre nada, señor Netley.

MISS SCHADEN: (Risa.) ¡Menuda noche! De aquí puedo sacar muchas frases lapidarias.

AKIRA: Vámonos de una vez, que hay mucho perturbado con evidente pérdida de realidad en esta posada. (Sonríe.)

DRAKE: Asegúrate de volver, cazarrecompensas. Si no vuelves te mato.

AKIRA: Sé que lo harás. (Abre la puerta. Ha dejado de nevar. Él y Netley salen por ella y la cierran.)

DRAKE (A Lisa.): Chica… eso de poder hablar manteniendo la compostura cuando por dentro se te está revolviendo todo… sólo quiero que sepas que yo también conozco esa sensación. Te admiro por ello.

LISA DAY: Gracias… ¿Crees que debería haber leído la carta que me dejó? Quería hacer callar a Netley con ella, pero estoy segura de que no la habría entendido y habría dicho cosas aún peores de él. Y eso me habría dado ganas de hacerle algo en la cara, pero sólo habría llorado. Y ya he llorado suficiente hoy.

MISS SCHADEN: ¿Por qué no lees la carta? A modo de homenaje, quiero decir. Ya sabes, si un tonto como Netley lo ha hecho… Es importante tener varias visiones sobre un mismo tema.

DRAKE: Apoyo eso. Me encantaría que nos leyeses su carta, Lisa. Si eso hace que te sientas mejor.

LISA DAY: La tengo aquí, guardada cerca del pecho. La puse ahí desde que la encontré junto a mi cama, la mañana del día que se fue. (Saca la carta y la sujeta ante sí.) Mis lágrimas os piden perdón por anticipado.

MISS SCHADEN: No tendrán importancia. (Risa agradable esta vez.) Lee, cariño.

LISA DAY(Con voz dulce y temblorosa.): “Lisa, espero estar muy lejos cuando leas esto. He estudiado tu rutina de sueño a lo largo de las últimas noches y me ha servido para calcular la distancia que debo poner entre nosotros y la hora a la que despertarás para encontrar esta carta en tu mesilla. En un lapso de 6 horas tras hacer el amor te revuelves entre la sábana, tiras de la manta, entras en un sueño pesado en el que gimes y lloras algunas veces, despiertas con los ojos enrojecidos y el pelo enmarañado cayendo sobre tu hombro de forma elegante, golpeas furiosa la manta con los pies hasta tirarla al suelo, momento en el que dejas la sábana por la cintura y me das la espalda hasta volver a dormirte. Ese momento es el idóneo para abandonar tu alcoba y dirigirme a mi destino. Hemos hablado de ello estos días y estas noches, y conoces mi postura. Sabes que creo en estas cosas, en el sacrificio, en el mal menor y en la necesidad de la ficción. Lisa, tú me has dado la determinación para hacer esto por toda la gente. Deben luchar por por esa libertad cultural que tanto nos costó conseguir, y si con este viento consigo avivar esa llama, mi muerte no será en vano. ¿Sabes? Me siento como Leonard Cohen tocando a las dos de la mañana ante seiscientos mil hippies alborotadores en aquel festival de la isla de Wight en 1970. Cuando dijo: Han rodeado la isla. Algún día toda esta tierra será nuestra. Pero no os engañéis, no somos lo suficientemente fuertes por ahora. Espero que esto sirva para que algún día esa libertad sea total. Para que los seres humanos y las criaturas ficticias como tú podáis convivir en el mismo plano. Te considero la sublimación de los elementos, la obra maestra de la idealización, el puzzle más intrincado y con piezas más bellas de la historia. De camino pasaré por el lugar donde crecen las rosas salvajes para recoger algunas y plantarlas en el infierno para que crezcan con tu nombre. No habrá más cárceles para ti, ni en su mundo, ni en el tuyo, ni en el nuestro. Voy a luchar por ello. Algún día tendrá repercusión. Puede que dentro de cuatrocientos años se repita con más éxito, como le pasó a Guy Fawkes y su leyenda alargada como la sombra de un ciprés. Cualquier sombra que se mezcle con la oscuridad se expandirá con ella de forma eterna, y la oscuridad está en todas partes. Lisa, nunca sabré de donde saliste ni como te crearon, pero te quiero y me basta con eso. No dejaré que acaben con tu mundo, no tienen ese derecho. Nadie lo tendrá nunca. Algún día la ficción podrá devorar por completo a la realidad, si no lo está haciendo ya, y podremos volver a estar juntos. Tú desde la imaginación, yo desde el infierno. Mientras tanto, seguiré idealizándote desde allí. Sé que no me decepcionarás, porque esto no es un adiós definitivo. No estamos en el mundo más brillante todavía. Prométeme que te quedarás en la taberna de la desolación junto a Drake, Miss Schaden y los otros. Es la resistencia, el último bastión de la ficción. Aquí nadie puede hacerte daño, así que no la abandones. Akira se encargará de cualquier estúpido siervo de esa Loretta Cadillac que se atreva a irrumpir allí. Y recuerda, nadie puede decirte lo que eres o lo que no eres, ni lo que debes hacer ni con quién estar. Para mí eres real y eso es lo único que cuenta. Nos vemos en la eternidad. Te amo.” (Lisa termina, con lágrimas en los ojos.)

MISS SCHADEN: Cielo, es precioso. Tuviste suerte de tenerlo.

LISA DAY: Gracias… de verdad. ¿Crees que lo que dice es cierto? ¿Que volveremos a vernos?

MISS SCHADEN: En la oscuridad de la ficción todo es infinito. Por tanto, hasta el suceso más improbable tiene millones de posibilidades. La inabarcabilidad es absoluta. ¡Eh, Drake! Sírvele un trago a la chiquilla. Se lo merece.

DRAKE: Mientras estéis aquí tendréis todo lo que se os antoje. (Sirve algo de una botella en el vaso de Lisa y se retira de nuevo a la barra.)

LISA DAY: Señor Drake, ¿Cree que esta posada corre peligro? Con toda la gente que va en su busca y que inevitablemente pasará por aquí, y por todo lo que se va a desatar en el mundo real… ¿Seguirá siendo un lugar seguro para nosotros? Creo que habrá otra guerra.

DRAKE: Sí, cariño. A no ser que se les ocurra tirar la posada acantilado abajo.

MISS SCHADEN: (Risa.) ¡Vamos, viejo! En el trayecto a esta casucha le da tiempo a convertirse en un barco pirata, y de sobra. Deberíamos brindar por tu amante, Lisa. Al fin y al cabo, dará su vida por nosotros. Al servicio de la ficción ad eternum.

LISA DAY: Brindo por ello.

(Se cierra el telón. Final.)

Moriré aquí, pero durante tres años me enviaron rosas y no tuve que pedir perdón.

Aquí perecerán todos los rincones de mi cuerpo.

Menos uno.

Sólo uno.

Es pequeño y frágil, pero es lo único por lo que merece la pena luchar.

No debemos perderlo, ni venderlo, ni abandonarlo.

NO DEBEMOS DEJAR QUE NOS LO QUITEN.

Alan Moore, V de Vendetta.

Quien se crea con la capacidad de privar de ficción al pueblo, es un iluso

Quien se crea con el deber de privar de cultura al pueblo, es un ignorante.

Quien se crea con el derecho de privar de ambas cosas al pueblo, es un enemigo.

Para todos los que compartimos cultura y ficción libremente.

Para bien, para mal, y para Elodie.