Vistas de página en total

jueves, 28 de diciembre de 2006

Dos centinelas erguidos (Para aNNa)



“Como dos centinelas erguidos, mis bigotes protegen la entrada a mi verdadero ser”.

Salvador Dalí.

Inocente como una bruja quemada el día de los inocentes, te veo cada noche sola, ante tu espejo mágico que sólo puede reflejarte a ti, maquillarte con delicadeza grandes lágrimas negras, exageradas, temblorosas como bailarinas, y acompañadas en tu cara por una roja nariz de payaso. Es la forma que tienes de exteriorizar tus penas, y no diré nada en contra, ya que jamás me atrevería a decirte nada, ni siquiera me atrevería a cruzar el umbral de tu ventana, en cuyo alféizar me paso las noches posado mirándote.

Alguna vez me gustaría, quisiera, poder invitarte cada noche a que tú me veas a mí, en el teatro de los sueños, sobre el escenario, actuando junto a mis compañeros con los que comparto profesión, sueños y frustraciones. Ya sabes, pensé que tal vez fuese buena idea invitarte al espectáculo para que sintieras la magia, y por una noche no fueses tú la que tuviese que disfrazarse para desahogarse, da lo mismo que lo hagas entre las sombras de tu habitación, ante tu espejo en el que sólo tu imagen es reflejada. Sólo por esta noche, te demostraría que las palabras tienen tanto valor como las imágenes, y que nada puede escapar del embrujo de nuestra magia, la que aguarda al otro lado de tu espejo y en cada recodo que dejas atrás cuando avanzas, imparable e inexorable, ausencia de pausas, en tu camino, con un destino lleno de oscuridad.

Sólo por esta noche, quiero imaginar que eres tú la que me observa a mí, sentada entre las butacas del viejo teatro de mi vida y donde moriré, sentada entre la multitud, porque para mí esa noche el público sólo serás tú. Y ahí estamos sobre el escenario, mis compañeros de fatigas, historias y derrotas, que siempre somos derrotados, cada noche, por mucho sentimiento de victoria que tengamos. Morimos cada vez que pasa un segundo de tiempo, ya que significa un segundo de tiempo menos que nos queda para seguir haciendo lo que mejor sabemos hacer, dibujar con nuestros cuerpos y nuestras palabras mil mundos e historias que hagan la vida más feliz a gente como tú, a toda esa gente. Y ahora, mientras muero, esta noche, mientras agonizo, quiero abrirte la puerta de mí, esa puerta que dos centinelas erguidos, continuamente, protegen, impidiendo la entrada a mi verdadero ser. Quisiera que fueses la primera persona a la que dejase entrar y conocerme de verdad, más allá de lo que el público conoce de mí a través de los papeles que interpreto noche tras noche y mucho más allá de lo que mis pocos amigos de verdad, los poquísimos que me quedan, creen conocer de mí por las pocas frases que cruzo con ellos o por lo que intentan descifrar a través de las líneas de mis escritos. No les culpo, nunca he sido fácil de conocer ni he intentado serlo, pero es la primera vez que dejo entrar a alguien, y quiero que seas tú. Y esta noche, aunque seamos siete sobre el escenario y doscientos cincuenta en el público, para mí solo estaremos tu y yo, bailando sobre las cenizas de un mundo que ardió demasiado pronto, sobre esas cenizas en las que suelo escarbar para encontrar las historias sobre las que escribo. Y una vez que atravesases la puerta…¡Desplegar velas y a volar!

Y ahora somos dos centinelas erguidos, bailando bajo la Luna Cazadora que domina mi mundo interior, iluminando esas mismas cenizas sobre las que alcanzamos una gran velocidad que nos permite danzar a la par que perseguimos esa misma Luna, llena y radiante, insaciable, que continuamente busca una nueva presa que cazar. E inevitablemente, la Luna Cazadora pondrá su ojo en ti, una flor demasiado extranjera como para haber nacido en este jardín, e intentará atravesarte con su arco, y allí en medio estaré yo para interponerme, pues tengo alma de Salvador, y al suelo caeré de rodillas, y mis ropas tendrán sangre, y al mezclarse con las cenizas volveré a renacer cual fénix, pues no puedo dejar de protegerte en este mundo que he creado para ti, aunque tú nunca llegues a estar en él. Tengo alma de Salvador porque por ti es lo que quiero ser, porque soy lo que quieras que sea, y esta vez soy Salvador Dalí, “como dos centinelas erguidos, mis bigotes protegen la entrada a mi verdadero ser”, repetiré una y mil veces, soy Salvador Dalí, el genio que tuvo que llevar la carga de ser llamado con el mismo nombre que su hermano mayor, Salvador, difunto antes de haber nacido él, y condenado a ocupar su lugar por siempre, y supo hacerlo con nota, como artista y mago, como lo que soy yo, y también soy Juan Salvador Gaviota, libre para volar en cualquier momento que sea necesario y si lo deseas, y sé que lo admiras, también soy Salvador Puig Antich, porque muy probablemente tendré que morir por defender unos ideales, sobre un escenario y en el más oculto de los mundos, pero nací destinado y preparado para ello. Y después de eso sólo seré otra piedra más de este mundo, pero que más me da, mis horizontes son mucho más amplios que los de mucha gente, y con que tú lo sepas me basta. Y esto viene porque quisiera que nunca más tuvieras que ponerte delante del espejo y pintarte enormes lágrimas negras rodando por tus mejillas, ni esa enorme y roja nariz de payaso con la que quieres dar a entender algo que realmente no eres, aquí el único actor soy yo y sólo quiero que sonrías de verdad, entre las butacas del teatro, entre las sombras de tu habitación, frente a tu espejo que sólo puede reflejarte a ti, y que cuando estés de nuevo frente a él, sin lágrimas ni narices de payaso, puedas asomarte, atravesarlo y llegar a este mundo, la magia de la teatralidad que trato de transmitirte, pues hoy yo canto, lloro y actúo por ti, es mi trabajo y es lo que deseo hacer, y si puedes darte cuenta de eso y contemplar el mismo horizonte que yo, mi horizonte, el que nunca se acaba, con eso me doy por satisfecho. Y ahora cierra los ojos, pues la función de hoy ya ha terminado, y debo darme prisa si quiero llegar a tiempo para estar en tus sueños, pues sé muy de antemano que tú, hoy, como ayer, como todas las noches, estarás en los míos.

Y jamás, nunca, ni en mil años, tengas miedo de tus sueños, pues, aunque yo no pueda construirlos ni ser parte de ellos, velo por ellos todas las noches, todas las noches de teatro y luna llena, Luna Cazadora, maldita sea, ni uno sólo de entre todo el público, todos los que leáis esto, ni uno solo llegaréis a entenderlo como lo entiendo yo, y me da igual, por primera vez no escribo por mí, hoy escribo por ti, la única persona que me importa que entienda esto.

Nadie jamás ha tenido esta invitación para entrar a mi mundo, ni nadie más la tendrá, así que puedes sentirte afortunada, tal vez. Ya puedes dejar de leer, ya he soltado todo lo que tenía que decir. Ahora me retiro a descansar, el frío ya está llegando y tengo las manos agarrotadas. Tal vez esta noche sea la última, pero ha valido la pena. Hasta siempre. Te veré en alguno de los mundos, en alguno de mis sueños.

De esos que tengo cada noche contigo.

LOCAL HERO 19 AÑOS 28/12/2006

1 comentario:

Julia.. dijo...

esperaré con ganas las palabras para julia, hasta entonces me las inventaré yo.
Un beso