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viernes, 8 de diciembre de 2006

ABISMAL

“Todo el mundo es un escenario” – William Shakespeare.

En la mejor tradición de las historias que no le importan a nadie, empezaré por el final. Ahora rugen más fuerte que nunca, esos bastardos refugiados en sus butacas esperando el siguiente acto, rugen con violencia intentando acallar las voces del arte. Se creen cazadores en busca de la sangre de un dragón, y no van desencaminados. Este lugar, heredero de las más ancestrales cámaras griegas de representación teatral, se ubica en la cima de una montaña de difícil acceso, y a través de su estructura se llega al interior de dicha montaña, en donde tiene su morada un terrible dragón, viejo y enfermo, guardián de los más increíbles tesoros, y portador de la esperanza. El dragón se llama Libertad.

Entreacto, y el ejército de los renegados se tranquiliza. Por sus gritos, no les está gustando la representación. En tiempos anteriores, en éste mismo teatro de heroica localización, el siempre maravilloso elenco de actores que lo habitaban y protegían ejercía de defensa contra los invasores, y siempre salieron vencedores. Pero el tiempo es cruel, y siempre se lleva a los mejores, por lo que aquellos que defendieron sus ideales, sus elegías y sus epopeyas sobre el escenario terminaron cayendo, y la estocada que el enemigo aprovechó para herir al dragón fue casi mortal. Aun se mantiene vivo gracias a la esperanza que late junto a él, con sus alas quebradas aun sueña con volar sobre el mundo y reinar para siempre, pero su ilimitada sabiduría le mantiene al corriente de la desconfianza de los humanos y de sus pensamientos constantes en que todo sueño de libertad absoluta es una utopía. ¿Cómo reinar con un pensamiento en el que nadie cree? Quiere desvanecerse y flotar, para que en ningún lugar la cultura esté cortada por la idiotez y la violencia, y aunque son muchos los que lo desean, sus esfuerzos no son suficientes.

¿Libertad eterna? Claro que sí, piensan los renegados, pero sólo nuestra libertad para quitársela a los demás. No hay ninguna necesidad de teatros, ni bibliotecas, ni ritos estúpidos ni cultura que nos amargue la vida. Acabemos con su libertad y obtengamos la nuestra para siempre. Cacemos al dragón.

De esta montaña no se sale si no es con algo de cultura aprendida, manifiestan los actores, o se sale muerto. Defenderemos a muerte nuestro ideal, no es un objetivo cursi ni utópico si se hace con sentimiento, y se lucha desde el escenario. Esta noche, como todas las noches, empieza como una comedia griega, pero puede acabar peor que una tragedia de Shakespeare. Necesitaría vivir aproximadamente 5000 años para explicar de donde surgieron las primeras formas teatrales en la antigua Grecia y ni aun así entenderíais la pasión que puede suponer para nosotros. Es arte, es cultura. Simboliza la libertad que nunca debe ser censurada, coartada, condicionada ni limitada por nadie que se crea con el derecho a privar a los demás de algo que no entiende. La libertad es tan inmensa que no tiene límite, al igual que el abismo que os separa de ella. La verdad os hará libres, y la cultura os enseñará qué hacer con esa libertad.

Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre”. Jose Martí.

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